La izquierda abertzale avanza en el cumplimiento de la resolución aprobada en su debate. El proceso democrático está en marcha. Discurre en medio de las dificultades que todo cambio estratégico supone internamente en cualquier colectivo, y más aún en un movimiento político y social de la complejidad de éste. Pero, sobre todo, camina a pesar de los obstáculos que desde los distintos aparatos del poder se le ponen un día sí y otro también, algunos de los cuales contienen un grado de crueldad y ensañamiento que deja boquiabiertos a quienes desde el exterior se asoman al complejo conflicto vasco.

La declaración realizada ayer en Iruñea, fotografía ampliada de la del 14 de noviembre en Altsasu, tiene la claridad suficiente para que quien quiera entender la entienda. Las bases de la izquierda abertzale han tomado el timón de su estrategia de futuro y su apuesta declarada es, «sin reservas, su compromiso con un proceso político pacífico y democrático para lograr ese escenario donde el pueblo vasco, libre y sin intimidación de ningún tipo, determine su futuro». Ahí está, también, su «compromiso unilateral con los principios Mitchell» y su petición a ETA y al Gobierno español para que atiendan «de forma constructiva» la petición hecha pública por las personalidades que firmaron la Declaración de Bruselas.

En el escrito hay también una reflexión autocrítica sobre cuestiones esenciales de procesos negociadores anteriores, que demuestra una capacidad de querer avanzar hacia otro estadio de este con- flicto. Algo que, hasta la fecha, no ha mostrado todavía ningún otro de los participantes en las conversaciones de Loiola y Ginebra.

Cierto es que aún falta un pronunciamiento firme de ETA sobre lo decidido por las bases de la izquierda abertzale, lo que no es poco, pero parece llegada la hora de que el foco de este momento político se ponga también sobre otros agentes.

A buen seguro, la mayoría de los comentarios que se publiquen sobre la declaración de ayer en Iruñea analizarán la suficiencia o insuficiencia de lo dicho por la izquierda abertzale en relación con ETA. Y habrá quien ni siquiera necesitará analizar nada porque tendrá ante sí el argumentario del Ministerio de Interior.

Sin embargo, resulta razonable y necesario que la presión empiece a dirigirse hacia otras latitudes.

La izquierda abertzale ha dejado constancia, no sólo con documentos sino también con hechos, de que su apuesta es unilateral y su voluntad de seguir con ella está a prueba de las zancadillas que sabe que se va a encontrar en el camino. Pero ello no obsta para que también quepa exigir corresponsabilidad a otros agentes.

Sólo desde quien quiere perpetuar una situación de guerra puede entenderse que los impulsores de la nueva estrategia de la izquierda abertzale se encuentren encarcelados desde hace más de medio año. Hay que repetirlo: seis meses ya en prisión por defender la apuesta exclusiva por las vías políticas y democráticas. Y sólo como una absoluta provocación puede entenderse la operación contra abogados de presos políticos en este momento concreto.

La izquierda abertzale va dando sus pasos. «Progresa adecuadamente». Tiempo es, por tanto, de que quienes se dedican a ponerle exámenes uno tras otro empiecen a mirar a otros que es obvio que «necesitan mejorar». Y luego, además, que se autoevalúen.