Sube la tensión tras la amenaza de desalojar a los «camisas rojas» de Bangkok
La tensión subió ayer unos grados en Tailandia después de que el Gobierno, tras rechazar el sábado la oferta de diálogo realizada por los «camisas rojas», amenazara con desalojar a los manifestantes antigubernamentales del centro de Bangkok, su bastión desde el 14 de marzo. La advertencia coincidió con el llamamiento realizado por los líderes de los «camisas rojas» a sus seguidores para movilizarse también en las zonas rurales y enfrentarse al Ejército y a la Policía.
GARA
El primer ministro tailandés, Abhisit Vejjajiva, reiteró ayer su voluntad de desalojar del centro de Bangkok a los antigubernamentales «camisas rojas», durante una emisión televisiva en la que compareció junto al jefe del Ejército con la intención de acallar los rumores de desacuerdos y poner de manifiesto cierta unidad en la cima del poder.
«Habrá una operación para recuperar Ratchaprasong, pero no podemos revelar el proceso, las medidas y el momento, porque depende de muchos factores», dijo Abhisit.
Los «camisas rojas», que exigen elecciones anticipadas, se manifiestan desde mediados de marzo y desde hace tres semanas están atrincherados en el distrito comercial y turístico de Ratchaprasong, en torno al cual se han erigido barricadas hechas a base de neumáticos de camión y afilados palos de bambú.
Muchas mujeres y niños están acampados allí, por lo que una operación de las fuerzas de seguridad sería algo muy delicado, informó AFP. La crisis dio un giro violento con los enfrentamientos del pasado 10 de abril, que se saldaron con 25 muertos y 800 heridos, y los ataques con granadas del pasado jueves, que causaron un muerto y 85 heridos.
«El problema ahora no es tanto si se ordena el desalojo, sino cómo resolver la crisis», señaló Abhisit, después de seis semanas obligado a despachar las cuestiones relacionadas con su cargo desde un campamento militar en los suburbios.
Junto a él estaba el jefe del Ejército. «Nosotros somos un Ejército al servicio de la nación, la monarquía y el pueblo. Haremos nuestro trabajo sin decantarnos. Seguiremos la política del Gobierno», declaró el general Anupong Paojinda, quien días atrás aseguró que no pensaba recurrir a la fuerza, matizando las duras declaraciones realizadas por un portavoz militar en sentido contrario.
Medios de comunicación y analistas informaron la pasada semana de divisiones en el seno de la Policía. Anupong trató de minimizarlas, aunque reconoció que algunos elementos del Ejército se sumaron a los «camisas rojas» durante los enfrentamientos del día 10.
El Ejército sigue jugando un papel importante en la vida tailandesa tras el golpe de Estado que derrocó en 2006 al ex primer ministro Thaksin Shinawatra, ídolo de los «camisas rojas», actualmente exiliado.
La lucha se extiende
«Si Abhisit no reprime nuestro movimiento, deberá dejar su puesto, y si decide desalojarnos por la fuerza, los enfrentamientos se extenderán por todo el país», advirtió Nattawut Saikuar, uno de los líderes del Frente Unido para la Democracia y contra la Dictadura (UDD), que agrupa a los partidarios del derrocado Thaksin Shinawatra. «De aquí no nos moveremos hasta haber ganado la batalla», sostuvo Kwanchai Praipana, otro de sus cabecillas.
En los últimos días se han multiplicado los incidentes entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes antigubernamentales, campesinos y trabajadores urbanos en su mayoría, que sospechan que el Gobierno está reuniendo a las tropas para una operación contra ellos. Citan fuentes amigas en el seno del Ejército para asegurar que una operación militar es inminente.
El UDD dijo a sus miles de seguidores que se preparen para una operación en su contra y retiraron su oferta para poner fin a la ocupación del centro de la ciudad. Hizo un llamamiento a la movilización también en las zonas rurales y a enfrentarse al Ejército y a la Policía, lo que ya se ha traducido en bloqueos de convoyes policiales en al menos dos zonas, en Udon Thani y en Pathum Thani, donde centenares de «camisas rojas» impidieron el paso de efectivos de refuerzo hacia la capital.
Estos envíos de refuerzos son un signo de una nueva intentona de desalojar a los manifestantes antigubernamentales del cruce de Ratchaprasong y el puente Phan Fa, sus principales bastiones.
«Intentaremos bloquear todos los puntos que podamos para evitar las muertes. No queremos más muertes», afirmó a Reuters uno de los líderes de la UDD, Jatuporn Prompang.
Las esperanzas de una solución se vinieron abajo el sábado cuando el Gobierno rechazó la oferta de los manifestantes, que se mostraron dispuestos al diálogo a cambio de la disolución del Parlamento en treinta días y de la convocatoria de elecciones en un plazo de tres meses.
El primer ministro debe tener en cuenta también a los «camisas amarillas», los monárquicos de las élites aristocrática y financiera de Bangkok, que el pasado domingo le dieron un ultimátum para que busque una solución a esta crisis.
«Nuestro objetivo es recuperar la normalidad, por lo que el Gobierno examina todos los posibles movimientos de los `camisas rojas' antes de actuar para solventar el problema por completo», señaló el primer ministro, Abhisit Vejjajiva.