¡Qué poco, pero qué poco dura la alegría en casa del pobre! A falta de tres jornadas para el final de la liga regular, Lagun Aro GBC perdió ayer una gran oportunidad de certificar matemáticamente su salvación. El conjunto guipuzcoano pagó con creces su excesiva relajación tras la sorprendentemente brillante victoria frente al Barcelona. El Valladolid, que con el triunfo de ayer se aseguró la permanencia, hizo sangre de un Lagun Aro GBC que pasó de cohete Saturno a pato mareado en el plazo de ocho días. El caso más reresentativo es el de Ricardo Uriz, que con un ridículo -12 de valoración emborronaba una muy buena segunda vuelta.

Y es que el conjunto donostiarra se hizo, con el sudor de su frente, con un récord significativo: ser el equipo que menos ha anotado en un partido de la Liga ACB. Tampoco es que el Valladolid hiciera ningún partidazo, de modo que entre los dos equipos clavaron los 100 puntos, siendo ésta la menor anotación de la historia de la ACB.

Los de Laso lo hicieron absolutamente todo mal y su intensidad dejó demasiado que desear. El cuadro de Pucela no necesitó sino defender con decencia para vapulear a un Lagun Aro vergonzante. La salvación deberá esperar al domingo que viene ante el Granada.

Algo debe pasar

Hay que recordar que cerca de 600 aficionados viajaron desde diversos puntos de Gipuzkoa hasta Valladolid para ver a su equipo. Su vergüenza e indignación precisan de una satisfacción pública; es decir, una reprimenda a los jugadores y al equipo técnico, porque la afición guipuzcoana no merece otra humillación así.