CRíTICA cine
«El discípulo»
Mikel INSAUSTI
Nuestro gozo en un pozo, porque nos hemos quedado sin polémica. “El discípulo” es tan nula cinematográficamente que no da para dedicarle una mínima atención, con lo que la posible expectación mediática suscitada no llega definitivamente a nada. Algunos católicos se empeñarán en fustigarse con su visionado, pero creo que serán los menos, ya que el resto del público le va a dar la espalda ignorándola. Para poder llegar a los espectadores hay que ofrecer mucho más de lo que presenta en pantalla Emilio Ruiz Barrachina, ya que su proyecto está mal dramatizado, dejando el discurso teórico que desgrana a lo largo del metraje totalmente fuera de lugar. Visto lo visto, habría hecho mejor en conformarse con un ensayo o documental, desprovisto de las belenísticas recreaciones con actores. Y en cuanto al supuesto escándalo originado por dos o tres escenas puntuales sobre la madre de Jesús, sólo cabe decir que se pierden en medio de un conjunto que carece de cualquier asomo de provocación por su absoluta falta de entidad.
La torpe y ortopédica narración, protagonizada por un Jesús cojo, se desarrolla de forma intermitente en torno a la discusión central entre dos evangelistas, los cuales personifican la oposición frontal entre sectarismo religioso y rigor histórico. Las imágenes que se intercalan son un total desbarajuste, debido a que el pretendido realismo de las localizaciones granadinas que tratan de transportarnos a la antigua Galilea no casa con la falta de fidelidad étnica en los personajes, por culpa de un reparto anglosajón inadecuado. Eso podía valer para “La vida de Brian”, que era una parodia, pero no para una película que se toma muy en serio a sí misma. Para colmo, el estelar Joel West recuerda en cuanto a gestualidad a Jack Black, pero con unos pectorales y un físico de gimnasio. El otro obstáculo insalvable es la incapacidad manifiesta para rodar escenas de acción, las cuales chocan con los planos estáticos dominados por conversaciones o sermones muy empostados.