La acusación de fraude llega al dios de las finanzas intocable durante un siglo
El Gobierno de EEUU ha acusado de fraude al dios de las finanzas de Wall Sreet, Goldman Sachs. El banco que ha sobrevivido y se ha beneficiado de todas las grandes crisis económicas personaliza la actitud especulativa que ha convertido la economía en un gran casino improductivo.
GARA
El pasado 16 de abril la Comisión que regula los mercados financieros en EEUU (SEC por sus siglas en inglés) acusó al gigante financiero Goldman Sachs de fraude por haber ocultado información sobre las hipotecas de alto riesgo que originaron la actual crisis mundial, beneficiándose además de este ocultamiento. Lo llamativo de la acusación es que caiga sobre uno de los actores claves de las finanzas estadounidenses y que extiende sus tentáculos por todo el mundo y hasta dentro la propia administración estadounidense. Porque las sospechas sobre Goldman Sachs no son nuevas.
El economista John Keneth Galbraith, en su obra «La gran crisis» sobre el crack de 1929 ya dedica un capítulo al banco titulado «In Goldman Sachs we trust», en un juego de palabras con la leyenda de los billetes de dólar «In God we trust» («En Dios confiamos»). No ha sido el único en hacer la comparación. «Hago el trabajo de Dios», llegó a afirmar el propio presidente de la entidad, Lloyd Blankein en una entrevista con el diario «The Times» el pasado noviembre.
En la misma, lejos de verse responsable de la crisis financiera por sus complejas actuaciones y productos de inversión opacos aseguraba que «nosotros ayudamos a las empresas a crecer ayudándoles a aumentar el capital. Las empresas que crecen crean riqueza. Esto permite a la gente tener trabajos y crear más crecimiento y más riqueza. Es un círculo virtuoso». No tuvo reparos en afirmar que «tenemos un propósito social».
Vampiros
Pero no todo el mundo tiene la misma visión angelical de este gobierno de las finanzas mundiales. En un reciente artículo en la revista «The Rolling Stone» se la califica como «un gran vampiro que se agarra a la humanidad y clava sus colmillos en cualquier cosa que huela a dinero».
Su autor, Matt Taibi, hace un contundente repaso de la historia de la compañía y de cómo en cada gran crisis financiera se encontraba en el ojo del huracán y no sólo ha salido airosa mientras a su alrededor empresas y bancos se derrumbaban, sino que ha resultado la principal beneficiada de las debacles económicas. El panorama que dibuja es propicio a las teorías conspirativas.
Así, consiguió sobrevivir a la crisis de 1929, cuando se crearon los trust financieros que engordaron la burbuja de la época en un mercado ávido de capitales ideando nuevas compañías y productos para poder vender más y más títulos, hasta que estalló.
En la década de los noventa era ya un gigante que tenía como clientes a las principales empresas de EEUU. Fue cuando lanzó al mercado uno de esos productos que alimentan la especulación, la Oferta Pública de Ventas (OPV), un método para recabar dinero de inversores que fue utilizado para inflar el valor de las «puntocom», las innumerables compañías surgidas de la revolución tecnológica. Luego se supo que buena parte de las mismas carecían de rentabilidad real, pero el caso es que Goldman Sachs lo sabía entonces, cuando vendía las acciones a sus clientes. El sistema consistía en recomendar las acciones de las «puntocom» a bajo precio a clientes preferentes, con la promesa de que posteriormente compararían más acciones en el mercado normalizado.
Con ello, aseguraba que, a futuro, el precio se revalorizaría atrayendo a su vez a inversores ajenos a esa información y engordando más aún la bola de nieve. La entidad se hace así con un porcentaje y los agentes de Goldman Sachs se embolsan abultadas primas por su actuación, mientras observan cómo la burbuja de internet explota y cinco billones de dólares desaparecen del mercado bursátil. El dinero perdido acabó en el número 85 de Broad Street, New York, sede de Goldman Sachs.
La crisis hipotecaria
Una década después, el banco de nuevo fue uno de los que creó los instrumentos para colocar por todo el mundo los activos hipotecarios tóxicos. Las hipotecas de alto riesgo, concedidas sin garantías, fueron vendidas ocultas en paquetes que mezclaban diferentes niveles de riesgo a inversores, aseguradores y fondos de pensiones. Se extendieron como un virus, pero el banco no sólo ganaba vendiéndolas, sino que jugaba en los dos lados del campo, ya que al mismo tiempo apostaba contra las inversiones que vendía y recomendaba a sus clientes.
Goldman Sachs creó y vendió un producto, denominado en la jerga financiera CDO (collateralized debt obligation), en un momento en el que el sector inmobiliario estaba comenzando a derrumbarse. Su rentabilidad estaba vinculada directamente a la evolución del mercado de las hipotecas basura. La SEC asegura que el fondo de alto riesgo de John Paulson -Paulson & Co- fue contratado para seleccionar qué inversiones debían realizarse. Al mismo tiempo, apostaba a corto plazo a que caería el valor de esas inversiones.
«El producto podría ser muy nuevo y complejo, pero el engaño y el conflicto de intereses era viejo y simple», afirmó el director de la División de Investigación de la SEC, Robert Khuzami. Según Khuzami, Goldman permitió a Paulson seleccionar la basura y apostar contra ella en el mercado hipotecario, mientras se la recomendaba a los inversores diciendo que la selección la estaba haciendo una tercera parte objetiva e independiente.
Según la SEC, Paulson & Co, uno de los mayores fondos especulativos del mundo, pagó 15 millones de dólares a Goldman Sachs para poder tomar posiciones en contra de los activos que él mismo había seleccionado. Esta es la base de la demanda del Gobierno de EEUU contra la entidad y uno de sus vicepresidentes, Fabrice Tourre. Goldman Sachs asegura que las acusaciones son «completamente infundadas».
Al estallar la burbuja inmobiliaria cayeron Bear Stearns, Lehman Brothers y AIG. Esta última era precisamente la que había asegurado la basura de Goldman Sachs, así que cuando el dinero público acudió a rescatar AIG, al menos 12.900 millones de dólares de los contribuyentes llenaron de nuevo sus arcas. Fueron parte del fondo destinado al rescate de entidades financieras por el secretario del Tesoro, Henry Paulson. Triple negocio. Vender basura, apostar contra ella y recibir el dinero del rescate.
Henry Paulson había trabajado como presidente ejecutivo de Goldman Sachs, sólo meses antes de que la aseguradora fuera rescatada por el Gobierno. El Ejecutivo de George W. Bush dejó caer a Lehman Brothers, el competidor de Goldman Sachs, pero rescató a AIG, que había asegurado la basura de Goldman y tenía que pagarle. Es conocido que el desastre se extendió por todo el mundo y aún se sufren sus consecuencias. Una de las primeras fue la desconfianza en las inversiones. Sólo los bienes tangibles -oro, materias primas, petróleo...- dan cierta seguridad al mercado. Y allí se dirigieron de nuevo las recomendaciones de inversión del dios de las finanzas. Cuando el precio del petróleo se disparó en 2007, ya se advertía que por encima de la oferta y la demanda había un fuerte factor especulativo, sobre todo con compras de «futuros», vendiendo petróleo «en papel» para ventas futuras a precios inflados. La burbuja del petróleo se desinfló en el verano de 2008 no sin antes engordar las ganancias de Wall Street, incluidas las de Goldman Sachs.
Era precisamente Henry Paulson quien dirigía el banco cuando ayudó a Grecia a ocultar 3.000 millones de euros de déficit a la Comisión Europea y eludir sanciones, lo que ha originado el actual desastre financiero de este país. Para ello, utilizó los swaps, instrumentos financieros sobre el cambio de divisas. Goldman ganó unos 735 millones de euros con la colocación de bonos griegos desde 2002, según datos de Bloomberg.
Atenas camufló unos fondos extra de mil millones, pero su deuda puede dispararse cuando venzan los swaps. Ahora la Comisión Europea, los estados de la UE y el BCE luchan por dar credibilidad a la deuda griega y temen que la crisis griega se extienda al euro. Precisamente, otras informaciones sitúan a John Paulson, el acusado por la SEC, en una reunión de fondos de alto riesgo que el pasado mes de febrero acordó en Nueva York, junto a George Soros y otros especuladores un ataque al euro. Pero este tipo de entidades son insaciables y el dios del dinero no descansa al séptimo día. Según el artículo de «Rolling Stone», se está inflando ya otra burbuja. Con las políticas para frenar el calentamiento global, se ha creado un mercado de CO2. Las cuotas de emisiones autorizadas pueden ser compradas por empresas que generan gases por encima de lo permitido a quienes no llegan a su máximo. Suponen un mercado de cientos de miles de millones de dólares, pero la previsión de recortar las emisiones en el futuro disparar el crecimiento de su volumen.
Beneficios
En el primer trimestre del año, Goldman Sachs ganó 3.456 millones de dólares, un 91% más que en el mismo periodo de 2009. Una vez descontados los 160 millones que pagó en dividendos a sus accionistas preferentes, el beneficio neto atribuible quedó en 3.296 millones de dólares, un 99% más que en el primer trimestre del año anterior.
Así, el beneficio por acción fue de 5,59 dólares, frente a los 3,39 de un año antes, aunque en el trimestre inmediatamente anterior esa cifra había alcanzado los 8,20 dólares. Los ingresos de Goldman aumentaron el 33% interanual y alcanzaron los 12.775 millones de dólares.
En 2007, el jefe de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, ganó 68 millones de dólares, un récord hasta en Wall Sreet. Un socio del banco puede ganar 10 millones de dólares al año y un miembro del comité directivo entre 15 y 25 millones. Goldman se jacta de hacer más dinero por empleado que cualquier otro banco -222,000 dólares anuales de media entre 2000 y 2008, frente a los 133.000 de JP Morgan Chase, su principal rival.
La cifra en dólares corresponde a lo que AIG tuvo que pagar, con dinero público, a Goldman Sachs por haber asegurado sus inversiones hipotecarias.
Goldman Sachs mantiene una amplia red de contactos políticos en puestos clave al más alto nivel a través de sus antiguos ejecutivos. En la Administración de Estados Unidos el caso más evidente es del del secretario del Tesoro con George W. Bush, Henry Paulson. Pero incluye también al secretario del Tesoro con Bill Clinton (Robert Rubin); el actual presidente y al ex director de la Reserva Federal de New York, (William Dudley y Stephen Friedman); al jefe del Gabinete del actual secretario del TesoroTimothy Geithner (Mark Patterson); al jefe del gabinete bajo la presidencia de Bush (Joshua Bolten); el consejero económico de la secretaria de Estado, Hillary Clinton (Robert Hormats); el director de la Comisión del Mercado de Futuros de Materias Primas de Estados Unidos (Gary Gensler); el subsecretario de Estado para asuntos económicos y agricultura con Bush (Reuben Jeffery); el anterior y el actual máximo responsable de la bolsa de New York (John Thain y Duncan Niederauer); el director de operaciones de la SEC (Adam Storch). Larry Summers, consejero económico del actual presidente de EEUU, Barack Obama, no trabajó para Goldman Sachs, pero sí para el gobierno Clinton bajo su mentor Robert Rubin y Goldman pagó a Summers 135.000 dólares por aparecer en un acto público en 2008, antes de que Obama llegara a la Casa Blanca. Los tentáculos se extienden a Europa, donde sus ex ejecutivos ocupan cargos en gobiernos, bancos centrales y grandes empresas.