Japón dice «sayonara» al teatro Kabukiza de Tokio
El telón está a punto de caer sobre el Kabukiza de Tokio, el templo del kabuki -una forma de teatro japonés tradicional que se caracteriza por su drama estilizado y el uso de maquillajes elaborados en los actores- que será demolido el mes que viene para ceder su lugar a una torre de oficinas «ultramoderna» de 49 pisos de altura.GARA | TOKIO
Las últimas representaciones cuelgan el cartel de «no hay entradas» y mujeres vestidas con sus kimonos más elegantes y varios grupos de turistas se paran frente a este edificio con forma de santuario, creado hace más de medio siglo en el barrio tokiota de Ginza. Con una altura de tres pisos, Kabukiza, con sus tejados en pagoda y sus faroles rojos, simbolizaba para muchos japoneses la época apacible de la era Showa, que transformó Japón en una potencia económica después de la derrota de 1945.
Durante varias décadas, en este teatro han sido mostrados los más bellos kabuki -teatro tradicional japonés-, donde los actores, únicamente masculinos, desempeñan todos los papeles con trajes extravagantes y con la cara recubierta con un maquillaje estilizado y coloreado. La sociedad de cine y de espectáculo Shochiku, propietario del edificio, pretende demolerlo en mayo y construir en el mismo lugar una torre de oficinas de 49 pisos, para la cual realizará una inversión de 43 mil millones de yens (345 millones de euros).
Oficialmente, esta decisión ha sido tomada porque Kabukiza no cumplía con las normas antisísmicas vigentes en Japón. Shockiku añadía, no obstante que, un nuevo teatro será reconstruido, con ciertos elementos de la fachada de origen, en los bajos del futuro rascacielos ultramoderno. Durante los trabajos de remodelación, el kabuki tendrá continuidad en otros teatros de la capital y del país, pero para muchos nostálgicos, la desaparición de Kabukiza señalará el final de una época. «Cuando cierre sus puertas, voy a cerrar mi tienda», declara Kazushi Nishii, un vendedor de castañas de 80 años de edad. «Kabukiza era un poco como mi querida y no tengo ganas de ver nada nuevo», añadió. «Estoy muy triste y, además, hoy en día es muy difícil comprar una entrada para los últimos pases, ya que viene mucha gente de todo el país», aseguró.
Cada día, artistas aficionados se agrupan frente al teatro para dibujar el edificio sobre papel o sobre lienzo, mientras que turistas japoneses y extranjeros se dejan fotografiar junto a un tablero luminoso que cuenta los días y las horas que restan antes de la última representación prevista para este mismo viernes.
El primer Kabukiza se creó en 1889, pero posteriormente debió ser reconstruido repetidas veces debido a los incendios provocados por un gran seísmo que tuvo lugar 1923 en Tokio y los bombardeos ocurridos durante la Segunda Guerra Mundial. El edificio actual, con una capacidad de 2.000 plazas, había sido edificado en 1950, con elementos recuperados tras el bombardeo estadounidense.