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La abstención empaña la victoria de Fischer como presidente de Austria

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Ramón SANTAULARIA (EFE) |

Sólo la abstención empañó el abrumador triunfo que cosechó ayer el socialdemócrata Heinz Fischer, que fue reelegido con casi el 79% de los votos en los comicios presidenciales celebrados en Austria.

Para Fischer, estas elecciones, para un nuevo mandato de seis años, fueron un paseo, pero la participación de tan sólo el 49% fue la más baja registrada en la república alpina desde la Segunda Guerra Mundial. En la última cita electoral para el puesto, en 2004, fue del 71,6%.

Este hombre de 72 años, miembro del Partido Socialdemócrata Austríaco (SPÖ) desde su juventud y conocido por su escaso carisma, pero también por su moderación y su constante búsqueda del consenso, es el político más estimado en la escala de popularidad nacional.

Tras confirmarse oficialmente el escrutinio total de los votos, a falta tan sólo del recuento de los sufragios emitidos por correo, que apenas tendrán incidencia, Fischer se mostró «muy satisfecho» y «muy agradecido» por esta absoluta mayoría.

«Nunca pude haberlo soñado. Es un resultado fantástico», dijo Fischer ante las cámaras de televisión, tras afirmar que en su segundo mandato los austríacos pueden confiar en que desempeñará el cargo con la misma tranquilidad y ponderación que en sus primeros seis años, aunque algunos se mofen de su estilo.

También agradeció el apoyo recibido por parte votantes de otros partidos, incluido el Partido Popular Austríaco (ÖVP), que renunció a presentar su propio candidato a estas elecciones.

Aseguró que la alta abstención no enturbia su alegría por el apoyo masivo recibido. «Sobre eso habrá, sin duda, discusiones, pero yo estoy simplemente feliz con ese 78%», señaló.

Contribuyó a ella la certeza de que Fischer saldría vencedor con un cómodo margen, el escaso atractivo de sus dos rivales y la renuncia del ÖVP, el socio minoritario en la coalición de socialdemócratas y populares en Austria, a presentar a su propio candidato. También el desinterés general en el puesto de la Presidencia, los candidatos sin atractivo y el hastío hacia la clase política en este país de 8,5 millones de habitantes jugaron un papel determinante para que muchos votantes prefirieran tomar el sol en lugar de ir a las urnas, según una encuesta de la televisión pública ORF. En la posguerra en Austria, hasta ahora, jamás perdió un presidente que se presentó a la reelección para un segundo mandato.

En segundo puesto, pero muy alejada de Fischer, se quedó Barbara Rosenkranz, la cantidad del ultraderechista Partido Liberal Austríaco (FPÖ), que alcanzó el 16% de los votos. Rosenkranz atribuyó sus pobres resultados a lo que calificó de «caza de brujas» de los medios contra ella, en alusión a las acusaciones de no haberse distanciado a tiempo de sus simpatías hacia el nacionalsocialismo y sus atrocidades.

Menos votos, un 5%, recogió Rudolf Gehring, un perfecto desconocido en el espectro político austríaco, del Partido Cristiano de Austria, y que se ha mostrado contrario al aborto y ha condenado la homosexualidad.

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