MENDIZORROTZA Empate ante el Montañeros
Saborea el cielo para acabar asomado al infierno
Con más eficacia que juego, el Alavés logró dos goles de ventaja y el segundo puesto virtual. El Montañeros, mejor, remontó y deja a los albiazules cuartos.
ALAVÉS 2
MONTAÑEROS 2
GARA | GASTEIZ
Con más efectividad que juego, el Alavés tocó ayer el cielo con la punta de los dedos. Pero el fútbol fue justo con el Montañeros y acabó dejando a los albiazules al borde del infierno. Dos goles de ventaja acumularon los gasteiztarras, lo que les habría aupado a la segunda plaza; y otros tantos acabó encajando, lo que les hace bajar al cuarto puesto, con sólo dos puntos de renta sobre el quinto. Un Pontevedra con el que, por cierto, despedirán la temporada en Mendizorrotza dentro de dos semanas, en lo que tiene visos de convertirse en una final.
El Montañeros saltó al césped con la paz espiritual que le otorga el objetivo cumplido y una filosofía impropia para la categoría. Desde el primer minuto se definió como un equipo descarado en ataque y amante en sobremanera del balón al pie y, además, mostró tener un gran sentido futbolístico impreso desde el banquillo, algo de lo que viene careciendo el cuadro local. Así se acercaron a Montero con una facilidad pasmosa, mientras los albiazules, metidos a labores de pocero, achicaban como podían.
Pero la falta de gol condenó el fútbol preciosista de los visitantes, ante un Alavés que, a falta de juego y mecanismos defensivos, lució de una buena capacidad de remate. Geni apareció a la media hora de juego en una jugada aislada y adelantó a su equipo, que incluso pudo aumentar su renta, aunque fuera más a base de arreones que de fútbol real.
Tras el descanso el partido se abrió aún más, con un Montañeros que no se dejaba impresionar y un Alavés que aceptó la coyuntura del intercambio de golpes, poblando mucho la parte de arriba pero arriesgando en un centro del campo donde Romerito, completamente solo, no daba abasto ante la incontinencia atacante coruñesa. En un error visitante, Geni mostró una vez más su capacidad y, en un alarde de recursos técnicos, llevó el 2-0 al marcador.
Tampoco bastó para que los gallegos se rindiesen. Su joven perla, Rubén Pardo, se apuntó un larguerazo inconmensurable y, de inmediato, Montero envió a córner un zapatazo de Juan Díaz. Iñako Ocenda optó por acentuar el cariz de final copera que tomaba el encuentro, en lugar de introducir compañía para Romerito, convirtiendo el choque en un todo o nada, un disparo al aire que lo mismo derribaba un avión que a la vecina del cuarto.
A un cuarto de hora del final, entró el medio reclamado, en la figura de Dani Bouzas. Pero la inercia del partido ya estaba definida para entonces y eso mismo propició el empate en otro golazo de Rubén Rivera. Un tanto que premió la actitud y el juego del Montañeros, pero que complica la recta final de la temporada para el Alavés.