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Raimundo Fitero

Torero

La cogida del torero José Tomás en la plaza monumental de Aguascalientes de México se ha convertido en una noticia que se ha encaramado a las portadas de los periódicos y los sumarios de apertura de los informativos radiofónicos y televisivos. Tanto su apoderado como su padre llevan unas cuarenta y ocho horas apareciendo en todas las ediciones concediendo entrevistas a todos los medios. Las circunstancias del percance en la plaza de toros y sus imágenes forman parte ya de las reiteraciones televisivas que ahogan cualquier noción de lo que es importante o simplemente se convierte en ello por cansancio.

Pero lo sucedido posteriormente entra dentro del absurdo, del intento de fundamentar una leyenda taurina con toques de excepcional física o basada en el milagro. En una especie de heroicidad compartida, un médico que opera sin anestesiar al corneado, uno de los subalternos mete la mano en la herida para taponar la hemorragia, por la megafonía de la plaza se solicitaba sangre a los propios aficionados para transfundir al herido que había perdido siete, ocho, nueve litros. Los datos dependen del tiempo y del énfasis de los cronistas. En todos los casos con tono dramático.

El torero abre los ojos, habla, sonríe, y se convierte en noticia de primera. ¿Tiene algún sentido, alguna lógica, aporta alguna valor especial a la tauromaquia, al misticismo taurino, darle esta importancia a esta reacción de un profesional de un trabajo tan anacrónico y especial? Sí, claro. Se alimentan los tópicos de manera superlativa. En los momentos más duros su apoderado recordó que el trabajo del torero tiene riesgos y que no era la primera cornada que recibía el diestro. Le quitaba enjundia, colocaba el asunto en términos racionales: era un accidente laboral. Pero nadie va a negar que su recuperación tendrá repercusiones directas en su cachet. Cuando vuelva a los ruedos a ejercer su profesión, tiene asegura- do los llenos. Una vez salvada la vida, su retorno será un asunto con tratamiento planetario. A José Tomás le deseamos recuperación rápida y sin secuelas. A los medios de comunicación, un poco de medida y templanza. Se trata de un torero. Nada más y nada menos.

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