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Koldo CAMPOS | escritor

El hombre del saco

Actualmente se pena con la cárcel aquel bofetón que permitía a padres y tutores «corregir razonable y moderadamente» a los niños. Sin embargo, para quienes añoran el oficio y hoy ven frustrada su carrera, no todo está perdido.

Antes de renunciar al golpe y enseñar la letra con moderada y razonable sangre, quienes sigan creyendo en los valores terapéuticos de la bofetada aplicada a la infancia, sólo deben esperar a que el niño sobreviva, se desarrolle, crezca y se convierta en joven, y si además es vasco, tanto mejor, porque entonces podrán mantenerlo desnudo e incomunicado durante cinco días, propinarle toda clase de golpes, simular su asesinato de un tiro en la cabeza, aplicarle la «bañera» y provocar su asfixia, violarlo introduciéndole un palo por el culo, entre otras aberraciones y torturas.

Si ya no es posible recurrir al hombre del saco para que el niño se coma la sopa, siempre se podrá apelar al hombre de la bolsa para que el joven se trague el cuento, se confiese el lobo o firme ser la bruja.

Si hoy es censurable castigar al niño de rodillas, de cara a la pared, por haber sido niño, siempre tendrán a mano castigar al joven de rodillas, de cara a la pared, por seguir siendo joven.

Si ya no se acepta el cuarto oscuro como destino del niño que no entre en razón y se niegue a crecer, siempre quedará el recurso del cuarto oscuro para el joven que no entre en razón y se niegue a morir.

Y todo ello sin que la justicia se interese en el caso, los medios se enteren y la ciudadanía se alarme.

Yo, por si acaso, me declaro culpable y que ellos pongan los cargos.

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