La pregunta es pertinente, ¿cómo se confirma que alguien ha hollado la cumbre de las montañas de ocho mil metros? Todos los que suben van con equipos de televisión propios, es decir, que suben porque hay televisiones y no al revés. Aunque a este paso es posible que alguna agencia de noticias coloque cámaras fijas en las cumbres y venda las imágenes con certificación de hora, día y clima. Un buen negocio dadas las cantidades de individuos que pululan por esos lugares. Si alguien me descubriera que nadie ha subido a ninguna de esas cumbres, no me sorprendería. Antes se podía fiar uno de la palabra de un montañero, hoy en día, con tantos patrocinadores, tantos intereses económicos, banderas, marcas y programas televisivos, uno puede esperarse cualquier manipulación visual en estos parques temáticos. Es más, cada vez que veo imágenes de alguien en esos montes, en las cumbres, comento en voz en alta: « con esa toma pueden estar en cualquier monte o plató». Ah.

Ahora el espectáculo es estrictamente televisivo, la disputa de un contenido que se hace extraño en el alpinismo está entre Edurne Pasaban y la surcoreana Oh Eun-Sun. Se ha introducido en la alta montaña la misma saña, los mismos malos modos que en los programas dedicados al corazón. El mensaje que se está transmitiendo es nocivo: hay que llegar primero, mantener récords por encima de cualquier otro concepto. Todo vale, hasta lanzar rumores sobre la contraria para poner en entredicho que ha subido a una de las cimas. La degeneración del lenguaje y de la ética es total.

Estas personas televisivas, están súper patrocinadas, han dejado de ser alpinistas de élite para convertirse en hombres o mujeres anuncio vivientes que suben y bajan montes, o eso dicen, por contrato, por lucro. Están haciendo bastante daño al deporte que dicen amar. Es la comercialización absoluta, la perversión de unos valores que tenían algo de religión, de mística, para hacer de ese deporte, incomprensible para algunos, pero cargado de rasgos ejemplarizantes, incluso con apuntes mitológicos o construcción de leyenda de personas especiales, en una actividad profesional, sin más: alpinismo capitalista, de mercado.