La falta de transparencia es, según todos los expertos, una de las causas de la crisis financiera que destapó la crisis económica actual. La falta de información veraz sobre la actividad de los mercados y las entidades financieras ha sido uno de los elementos más criticado por esos expertos. Por eso es cuando menos curioso y sin duda significativo que el presidente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, pidiese ayer discreción sobre los datos referentes a la deuda griega y a los planes de socorro que su organización intenta coordinar con la Eurozona y especialmente con Alemania. «Todas las cifras que circulan hoy no deberían circular», dijo Strauss-Kahn, eso sí, sin intención alguna de ofrecer las cifras reales que en buena lógica deberían conocer tanto los contribuyentes alemanes como los trabajadores helenos. Porque, en la misma comparecencia, Strauss-Kahn no dudó en afirmar que el plan que él promoverá «va a ser doloroso para el Gobierno y para el pueblo griego». Y porque es evidente que los alemanes temen que Grecia sólo sea la punta del iceberg a la que bien podrían seguir posteriormente Portugal, el Estado español o Italia, entre otros países. Y es que en el fondo no es el plan de rescate de Grecia lo que debería preocupar a la ciudadanía europea, sino que se intente solucionar un problema sistémico poniendo parches a ciegas.