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Una vitrina comercial para comprar, mirar o simplemente disfrutar

Con el aeropuerto de Hondarribia como escenario, la rueda de prensa que ayer tuvo lugar para presentar la Feria de Burdeos fue de todo menos convencional. Al finalizar, los presentes pudieron dar un bonito paseo en avioneta hasta la bahía de La Concha y observar desde lo alto la diminuta multitud que se refrescaba en el mar de los 33 grados.

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Oihane LARRETXEA

Las ruedas de prensa, en general, son actos sencillos que transcurren sin grandes sorpresas y donde los periodistas escuchan primero y formulan preguntas después. La que ayer se celebró en el aeropuerto de Hondarribia, en cambio, se alejó de todo lo anterior: al finalizar la presentación de la Feria de Burdeos, los periodistas y los cámaras que así lo desearon, tuvieron la oportunidad de viajar en avioneta desde Hondarribia hasta Donostia. Aunque para algunos no fue la primera vez, la mayoría confesó no haber andado nunca en un aparato semejante: «La verdad es que estoy bastante nerviosa, pero me puede la curiosidad. Además, hay pocas ocasiones como ésta», apuntaba una periodista.

Una vez tomado el asiento, y con las pequeñas puertas cerradas, sólo quedaba despegar. Las hélices comenzaron a girar a toda velocidad hasta que las tres aspas parecieron ser una sola y en cuestión de segundos, las ruedas se alejaron del ardiente asfalto.

Feria internacional

El vuelo en avioneta no fue casualidad, ya que la Feria Internacional de Burdeos acogerá, entre otras cosas, la exposición ``A la conquista del cielo'', en conmemoración de los 100 años de la Aviación de Bordeaux Mérignac. Dentro de la exposición se mostrarán numeros aviones desde que hace un siglo el ser humano consiguiera volar. Entre otros, se expondrán el primer hidroavión o los conocidos como «Madmoiselle».

En la Feria, que se celebrará entre el 8 y el 17 de mayo, se reunirán más de 2.000 expositores, combinando la oferta comercial y la oferta lúdica. Para ello, la muestra estará dividida en cuatro secciones: «Internacional», «Vida y Hogar», «Emociones y tiempo libre», y «Agricultura». Este año, además, Rusia es el país invitado y están previstos talleres de escritura cirílica iconografcia, conciertos, así como grupos folclóricos.

Tal y como apuntó François Bernard Martin, director general de la Feria, ésta es una «vitrina comercial» donde se ofrecen infinidad de ideas para todo tipo de personas, sea cual sea lo que se busca. Asimismo, adelantaron que para las personas que se acerquen desde Euskal Herria, tanto la entrada como el parking serán gratuitos.

Tras presentar el programa de la 89ª edición de la Feria Internacional de Burdeos, comenzaron los viajes en avioneta. La perspectiva aérea, con Hendaia y Hondarribia a cada uno de los lados del Bidasoa, dejó al descubierto aspectos desconocidos. Por ejemplo, la infinidad de piscinas: grandes, pequeñas, redondas o cuadradas, pero la mayoría de las casas que reposan en las faldas de Jaizkibel cuentan con una.

A pesar del turquesa que mostraron estas bañeras gigantescas, no hubo color que se asemejara al abanico de azules y verdes que lució la mar. «Si no viera Jaizkibel, diría que son aguas caribeñas», se escuchó desde el asiento del copiloto. Precisamente, el sol tan intenso propició que la mar tuviera aquellas tonalidades. «Habéis tenido mucha suerte, con este tiempo el paisaje es realmente espectacular», añadió el piloto.

A 200 kilómetros por hora, la avioneta alcanzó la bahía de La Concha; los barrios de la ciudad se veían perfectamente segregadas por calles y plazas, y hubo quien, desde lo alto, reconoció su propia casa. En la playa mientras tanto se veían cientos de puntos negros, cientos de personas que se refrescaban con un baño en una jornada sofocante.

Antes de retomar el camino de vuelta, una curva abierta e inclinada descubrió el lado más desconocido de Donostia: la bahía se mostró a la inversa, y era la ciudad y no el horizonte, la que se asomó tras la mítica barandilla.

 

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