Goran Paskaljevic ganó por primera vez la Espiga de Oro en la Seminci de Valladolid hace quince años con «La otra América». Tan sólo hace cuatro repetía por segunda vez con «Optimistas», y la pasada edición completaba el triplete con «Honeymoons». Es un récord personal imposible de superar por parte de ningún otro cineasta.

Tan destacada posición se debe a que Goran Paskaljevic es, junto con Emir Kusturica, el cineasta que mejor ha plasmado en sus películas la cultura balcánica y sus conflictos históricos, con especial atención al panorama que ha quedado tras la extinción de la antigua Yugoslavia. El de Belgrado habla en «Honeymoons» de los problemas que encuentran las personas de esos países para integrarse en Europa, donde son recibidos como ciudadanos de segunda, cuando no como inmigrantes indeseables.

Debido a la característica de ser la primera coproducción de la historia entre Serbia y Albania, «Honeymoons» presenta a dos parejas procedentes respectivamente de cada uno de los dos países. La que intenta salir de Albania lo hace por barco, con rumbo a Italia. La que deja Serbia se dirige a Austria en tren, atravesando Hungría. Él es un violonchelista que desea hacer una prueba con la Filarmónica de Viena, pero es retenido en la frontera. Le implican injustamente y sin pruebas en un incidente que ha tenido lugar en Kosovo, siendo finalmente detenido como sospechoso de participación en un atentado contra las tropas de la KFOR.

Paskalievic vuelve a ser crítico con los nuevos nacionalismos de la Europa del Este, incapaces de hacer un frente común o de cara a las relaciones con la Europa comunitaria, donde no pasan de ser meros comparsas.