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Hay que mirar también a otros indicadores

La decisión de la agencia de calificación crediticia Standard & Poors (S&P) de rebajar los ráting a largo plazo de Hego Euskal Herria, cuyos territorios pierden la calificación de «AAA» (calidad extrema) y obtienen la de «AA+» (máxima calidad superior), tiene varias lecturas posibles. En primer lugar hay que recordar que esta misma agencia defendió la «alta calidad» de los activos de Lehman Brothers hasta casi el mismo día de su quiebra, en 2008, suceso que puso en cuestión todo el sistema financiero internacional. No obstante, hay que admitir que si bien sus previsiones no son fiables, su influencia en los mercados y en los gobiernos es tal que sus calificaciones afectan directamente a la credibilidad de las entidades que valora. Por lo tanto, estos cambios afectarán a las administraciones públicas vascas al encarecer la deuda contraída por éstas. Algo que debería llevar a esas administraciones a plantearse sus prioridades presupuestarias y sus políticas a medio plazo, invirtiendo en gente en vez de en cemento.

En términos políticos hay que subrayar que la nueva calificación se da un día después de que S&P rebajara un grado la calificación general del Estado español (en este caso de «AA+» a «AA»), lo que viene a confirmar que la economía española lastra a la vasca. Asimismo, hay que tener en cuenta que lo importante no es sólo la calificación, sino la tendencia que marca. Aun aceptando todas las diferencias existentes entre el caso griego y el español, la crisis helena ha demostrado que el riesgo de que la credibilidad de un estado con problemas estructurales entre en barrena es alto. El Estado español lo es, y Euskal Herria sufre por su falta de soberanía. Los mandatarios vascos que se jactan de ser «cabeza de ratón» tan sólo demuestran su pobreza intelectual y moral.

Por último, hay que tener en cuenta que estas empresas especulativas no valoran índices como el desempleo o el reparto de la riqueza, los auténticos indicadores que deberían marcar la política económica de aquellos países que aspiran a ser «desarrollados».

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