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Estado de emergencia en Florida ante la marea negra

El vertido de crudo en el Golfo de México, de consecuencias todavía incalculables, obligó ayer a Barack Obama a cancelar las nuevas perforaciones petrolíferas, un mes después de que levantara la prohibición de realizar nuevas exploraciones de gas y petróleo. La marea negra alcanzó la costa de Luisiana, rica en especies salvajes y recursos pesqueros, mientras que Florida decretó el estado de emergencia.

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La Casa Blanca prohibió ayer las perforaciones petrolíferas hasta que se concluya la investigación sobre el vertido de crudo en el Golfo de México, que el Gobierno estadounidense consideró el jueves como una «catástrofe nacional» y ha llevado a decretar el estado de emergencia en los estados de Luisiana, a donde llegaron los primeros signos de la marea negra, y Florida, que se prepara para lo peor.

Hasta Luisiana llegaron pájaros manchados de crudo que se convirtieron en símbolo del que ya está considerado como uno de los peores desastres ecológicos de la historia de EEUU, pese a la movilización de autoridades y Ejército para impedir el avance del vertido. La mancha se desplazaba ayer a mayor velocidad de la prevista y los 70 kilómetros de barreras flotantes instaladas no evitaron su avance.

En declaraciones a la cadena ABC, el asesor presidencial David Axelrod, afirmó que «no se ha autorizado ninguna perforación adicional y no se autorizará ninguna hasta que descubramos qué pasó aquí (en el Golfo de México) y si hubo alguna circunstancia excepcional que se pudo prevenir».

A finales de marzo el presidente de EEUU, Barack Obama, levantó la prohibición de llevar a cabo nuevas perforaciones para encontrar gas y crudo aduciendo que era crucial para la seguridad energética del país.

El vertido en el Golfo de México comenzó el pasado día 20 tras una explosión e incendio de una plataforma de la British Petroleum que tras hundirse comenzó a derramar 800.000 litros diarios de crudo al mar (5.000 barriles diarios y no los 1.000 que había admitido BP).

La marea negra alcanzó ayer la costa de Luisiana, que apenas empezaba a recuperarse del devastador paso del huracán Katrina en 200, y podría afectar a 400 especies animales y vegetales de sus delicadas marismas costeras, según advirtieron las autoridades del Estado, que la víspera decretaron el estado de emergencia. Una medida que ayer declaró también el gobernador de Florida, Charlie Crist, ante el avance de la mancha de petróleo que amenaza también a este Estado con una catástrofe natural. También se ha advertido del peligro a Mississippi y Alabama.

Los robots submarinos enviados a la zona de origen del escape no han logrado activar la válvula para frenar la fuga y la petrolera BP confía en atajar el vertido con un plan que tardaría varias semanas en llevarse a cabo, periodo en el que se derramarán más de 150.000 barriles (24 millones de litros).

El vertido aún debería continuar durante unos 50 días más para superar el desastre causado por el Exxon Valdez en Alaska en 1989, el peor de la historia de EEUU, con 42 millones de litros vertidos en el mar. En 2002, frente a las costas de Galicia se hundió el Prestige, que vertió al mar casi 76 millones de litros.

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El grupo BP informó a principios de semana que la marea negra era de 1.550 los kilómetros cuadrados. Ayer se informó de la llegada al delta del Mississippi de la mancha de crudo, cuya extensión en mar abierto abarcaba unos 200 kilómetros a lo ancho.

800.000 litros

La plataforma hundida en el Golfo de México está vertiendo 800.000 litros diarios de crudo al mar. El petrolero Exxon Valdez derramó en 1989 unos 42 millones de litros al mar y el Prestige, en 2002, vertió casi 76 millones.

Las marismas y la rica fauna de Luisiana, en peligro de asfixia

La marea negra podría causar una grave catástrofe ecológica en la costa de Luisiana debido a las particularidades de la región, que alberga el 40% de las marismas costeras estadounidenses y una próspera industria pesquera y turística. Todo vertido de petróleo al mar es destructivo, pero la geografía del delta del Mississippi y su frágil ecosistema hacen de esta zona un región particularmente vulnerable. Y la preocupación crece ya que una semana después del hundimiento de la plataforma petrolífera en el Golfo de México no se sabe cuándo se va a poder taponar la fuga de crudo.

«Hay kilómetros de marismas costeras a los que no puede llegarse en barco y son extremadamente delicadas», señaló LuAnn White, directora del centro de salud pública aplicada al medio ambiente de la Universidad de Tulane, en Nueva Orleans, que añadió que en caso de poder llegar hay zonas en las que, incluso, no hay dónde poner el pie. La experiencia ha demostrado que los incendios controlados son la mejor solución para que la vida renazca en las marismas dada la dificultad para limpiarlas, dijo White.

Alimentadas por los ricos sedimentos del Mississippi, las marismas costeras están llenas de vida. En ellas abundan los peces, mariscos y ostras, y constituyen también un importante paso para las aves migratorias. Pero mamíferos y aves pueden morir por asfixia o hipotermia si su piel o plumas se cubren de petróleo. Tortugas marinas, caimanes, delfines y ballenas pueden inhalar o tragar el crudo al salir a la superficie a respirar o al comer presas contaminadas, y luden sufrir lesiones internas y otras graves complicaciones. Además, algunos hidrocarburos pueden acabar con las larvas de peces y otros animales y con las plantas. A. JOHNSON (AFP)

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