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Los Tories de David Cameron no terminan de convencer

Según se acerca el 6 de mayo, las esperanzas de formación de un gobierno de mayoría conservadora se desvanecen. El «efecto Clegg» ha cortado las alas a Cameron, quien en caso de una alianza liberal-laborista podría verse en la oposición otros cinco años más.

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Soledad GALIANA I

La aparición en escena del líder liberal Demócrata Nick Clegg amenaza con desplazar al laborismo al tercer puesto de la escena política británica pero, sin duda, la popularidad de este «recién llegado» está causando el mayor daño moral al candidato conservador, David Cameron, quién ha pasado de ser el ganador absoluto de las elecciones del 6 de mayo, según las encuestas, al líder de un partido que podría no obtener la mayoría necesaria para formar gobierno. Posiblemente Cameron lamenta el momento en el que aceptó la presencia de Clegg en los debates electorales televisivos.

Incluso en los buenos momentos de popularidad, la tarea de Cameron no era fácil, ya que para que los conservadores -o tories, como se les conoce tradicionalmente- ganen estas elecciones deben convencer de que cambién su voto con respecto a las elecciones del 2005 a más número de electores que ningún otro líder conservador desde la Segunda Guerra Mundial.

Y aunque los votantes quieren cambio, la duda sobre el argumento de Cameron de que los conservadores bajo su liderazgo son un nuevo partido y sobre su capacidad para gobernar en estos momentos de crisis económica dada su falta de esperiencia, podrían jugar en su contra y a favor a la continuidad y estabilidad política de los liberales y de la experiencia de trece años de los laboristas.

Contrarrestando estos argumentos, el programa conservador propone una «moderna alternativa conservadora». La oferta de Cameron se construye sobre la noción de una «gran sociedad» en la que el control de los servicios públicos se privatiza a través de la creación de organizaciones caritativas y «organizaciones comunitarias» al estilo de los Estados Unidos.

Los conservadores aseguran que trece años de gobierno laborista en Gran Bretaña han causado una ruptura social en la que han desaparecido los valores morales, tales como el concepto tradicional de matrimonio y familia, y un aumento de la desigualdad económica y social.

«Las guapitas de Cameron»

Reforzando esa imagen reformista, los tories cuentan con un elenco de nuevos candidatos en sus filas - en algunos casos a resultas del abandono forzoso de algunos diputados conservadores salpicados por el escándalo de los gastos parlamentarios-. A ellos se les conoce como los «compañeros de Dave» y a ellas como «las guapitas de Cameron». Su llegada ha marcado una diferencia en las listas electorales que cuentan con una diversidad racial y el mayor número de mujeres y homosexuales que nunca en la historia del partido. Para sus oponentes, como los laboristas, este es un cambio superficial, o como definió el ministro de exteriores laboristas, David Miliband, «Cameron es un nuevo envoltorio para un producto conservador antiguo».

Desgraciadamente para el candidato conservador, la descripción de Miliband se demuestra acertada por las acciones de algunos de los candidatos. El caso más reciente, el del recien despedido candidato de Ayrshire, Philip Lardner, y sus comentarios contra la comunidad LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales) o lo que es peor,el paso del partido conservador del grupo de los populares en el parlamento europeo al de los Conservadores y Reformistas Europeos (GCRE), grupo político de ideología conservadora y euroescéptica, un cambio que fue decidido por Cameron.

En esta agrupación se incluyen partidos como Ley y Justicia de Polonia, del que fue líder el fallecido presidente polaco Lech Kaczynski, quien prohibió la celebración del Día del Orgullo Gay durante sus años de alcalde en Cracovia, o el partido letón por La Patria y Libertad, asociado con celebraciones de enaltecimiento de la participación letona en las filas del nazismo durante la Segunda Guerra Mundial. Claramente, estas asociaciones a nivel europeo podrían repercutir en la decisión de los votantes, como lo hará el hecho de que desde un principio los conservadores apoyaron una intervención armada en Afganistan e Irak a pesar de la oposición de la ciudadania.

Sin embargo, una cuestión por la que los conservadores están siendo criticados, y que resulta sorprendente dada la experiencia familiar de Cameron, es lo que muchos consideran una propuesta conservadora que permitirá la segregación de niños con discapacidades en el sistema educativo.

Un encuentro engorroso

Durante una de las apariciones públicas de Cameron, Jonathan Bartle, acompañado de su hijo Samuel de siete años, que usa una silla de ruedas, le explicó todas las dificultades que habían sufrido hasta conseguir que el niño fuera aceptado en la escuela del barrio, a la vez que expresaba su preocupación ante los planes de los Conservadores de acabar con las reglas que favorecen la integración de niños con discapacidades en las escuelas. Cameron, cuyo hijo Ivan -que sufría una discapacidad severa- murió el pasado año, se excusó afirmando que su intención era ayudar a los padres de niños discapacitados Sin embargo, sus argumentos no convencieron a Bartley, que afirmó que la política conservadora en la materia «segregará a los niños con discapacidades».

Desde el punto de vista económico, el programa conservador quiere resolver el problema del endeudamiento para fomentar el crecimiento económico. Así pues, Cameron quiere congelar los sueldos del funcionariado durante el 2011 -aunque excluyendo a los que reciben los sueldos más bajos; retrasar la edad de jubilación hasta los 66 años; recortar ayudas familiares, limitandolas a las familias más pobres o con discapacidades; recortes y congelación en los salarios de los ministros, además de una reducción en el número de diputados en un 10%.

La reforma sanitaria es una de las claves de estas elecciones. Los conservadores aceptan la necesidad del incremento de los gastos de la sanidad pública, pero prometen una reforma administrativa que mejorará la eficiencia del servicio -aunque esta idea se contradice en el programa con propuestas que sugieren la creación de una nueva burocracia y más regulación-.

En política fiscal, los conservadores no se comprometen en la cuestión del incremento del IVA, los impuestos directos o la Seguridad Social. El programa electoral no incluye demasiados detalles sobre el gasto público. El plan para el incentivo empresarial apunta a una redución en el impuesto de sociedades, la simplificación del sistema fiscal, la creación de alianzas locales de negocios y una reducción en las contribuciones a la seguridad social para aquellas empresas de más de diez trabajadores como medida para el fomento de empleo.

En la arena internacional, los conservadores se mantienen en su línea euroescéptica, y reclamarán a la Unión Europea la posibilidad de abandonar totalmente la legalidad de la Carta de Derechos Fundamentales de la UE. Y como el euroescepticismo no está reñido con el proamericanismo, los conservadores se comprometen a mantener la alianza transatlántica reforzada por los laboristas con la participación de las fuerzas británicas en las guerras planeadas por los Estados Unidos, la creación de un Consejo de Seguridad Nacional, la reforma de la ONU y «el mantenimiento de nuestros valores en el extranjero».

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