A las siete de la mañana de ayer un camión de la Mancomunidad de Iruñerria se dedicó a llenar de agua la zona central del paseo de los Alemanes para dificultar a los vecinos de la Txantrea que hiciesen los calderetes en esta zona.

Ésta no fue la única traba que puso el equipo municipal de UPN a este acto festivo. Poco después, media docena de furgonetas de la Policía Municipal ocuparon la zona de Alemanes para disuadir a los vecinos.

Cuando éstos comenzaron a llegar, sobre las nueve de la mañana, los propios agentes les comunicaron que no iban a permitir hacer allí los calderetes. Sin embargo, los vecinos se reafirmaron en hacerlos en Alemanes, tal como han venido haciendo en años anteriores.

La tensión fue aumentando conforme iban llegando más y más vecinos y se disponían a montar los preparativos para los calderetes, ya que la Policía Municipal seguía empeñada en evitarlo.

Los momentos más tensos llegaron cuando los agentes se colocaron los cascos y escudos e hicieron amagos de cargar. Finalmente, se limitaron a identificar a algunos vecinos y grabar en video a los asistentes, lo que fue interpretado como una amenaza de posibles multas.

Nadie acudió a Irubide

Cuando los agentes se retiraron de la zona, los vecinos pudieron hacer los calderetes en el lugar donde tenían previsto, y fue de nuevo uno de los actos más multitudinarios de las fiestas.

Algunos vecinos comentaban que el equipo de UPN buscaba «crear división» entre los propios vecinos y tratar de que finalmente renunciasen al paseo de los Alemanes y se trasladasen a las campas de Irubide. Sin embargo, en el lugar indicado por el Ayuntamiento no se preparó ni un solo calderete.

Por otro lado, el día anterior fueron buzoneados por las viviendas del paseo de Alemanes unos panfletos anónimos en los que exigían que no se realizasen los calderetes en esa zona. Además, se acusaba a la Comisión de Fiestas de «no representar a nadie».

Miembros de esta comisión comentaron que no tenían «ninguna duda» de quiénes habían sido los autores de esos panfletos y denunciaron que se trataba de un intento de «intoxicar» a los vecinos para que cedieran a las presiones del equipo municipal de UPN.