«Para que luego digan que Irujo pierde partidos él solo por la cabeza que tiene», exclamó el propio Juan Martínez de Irujo inmediatamente después de levantar un partido imposible ante un Asier Olaizola que le exprimió hasta la última gota. La reivindicación del de Ibero estaba plenamente justificada después de que fuera precisamente su seriedad, su fe y su constancia la que le permitió culminar una extraordinaria remontada con 18 tantos consecutivos, para pasar del 4-17 al 22-17 final.

Muy lejos de ser ese pelotari alocado de otras tardes, el de Ibero sacó su versión más seria y dura en una de las mayores crisis que se le recuerdan y demostró que es mucho más que fuerza y corazón. Con todo en contra y sabedor de la importancia del saque en un choque como el de ayer, pese a la presión de una desventaja tan amplia, el vigente campeón supo reprimir sus impulsos -apenas se anotó un par de dejadas y ganchos- y pegando y pegando, golpe a golpe, obró una remontada que le deja virtualmente en semifinales, a la espera de lo que suceda esta tarde en el duelo de leitzarras en el Astelena.

Dominador Asier

Pero para llegar a esta situación tan cómoda en la que clasificatoriamente se encuentra ahora, Juan Martínez de Irujo tuvo que salir del atolladero al que le había metido un gran Asier Olaizola. Y es que, el de Goizueta estuvo muy cerca de triturar todos los pronósticos y precedentes adversos de sus enfrentamientos con Irujo.

Con su hermano Aimar de botillero, el delantero de Goizueta trajo muy bien preparado el partido de casa y le propinó al de Ibero de su misma medicina. Lejos de sufrir en el resto, el saque -variando en todo momento y sorprendiendo con paralelos al ancho en cuanto el de Ibero buscaba el resto de aire- fue un arma a su favor en un comienzo de partido espectacular.

Cuando no conseguía tantos con el primer pelotazo, el vigente campeón tampoco estaba atinado del todo en el resto y el de Goizueta le dominó por completo con buenos derechazos. La derecha de Irujo parecía vulgar ante los brillantes derechazos del mayor de los hermanos Olaizola, que además ajustó al milímetro todas sus dejadas y tomó una ventaja que se intuía decisiva, sobre todo ante la impotencia del delantero de Aspe, que muy pocas veces se ha visto tan dominado en una cancha.

Cuatro saques consecutivos -dos de ellos muy restables- del de Asegarce parecían la puntilla para Martínez de Irujo que, sin embargo, no se vino abajo y fue capaz de darle la vuelta a un marcador de 4-17.

Recuperar el saque y una pelota que Asier Olaizola nunca acertó a mover resultaron providenciales para el de Ibero. Irujo comenzó a hacer daño con la jugada inicial, se puso ese traje serio que más gusta a los puristas de la pelota y, con máxima eficacia y sin arriesgar una sola pelota, consiguió una victoria tan importante como sufrida ante la incredulidad de los aficionados que se dieron cita en el Labrit o lo siguieron por la tele.