La jefa de Gobierno alemán tiene la suerte de que la presión mediática e internacional es tan grande que el Parlamento alemán tiene que decidir esta semana si aprobará o no las ayudas financieras a Grecia, que sumarían unos 22 mil millones de euros. En un tiempo relámpago, la cámara baja, el Bundestag, y el Bundesrat, la representación de los 16 estados federales, deberán dar su visto bueno a la correspondiente ley antes del viernes.

Por lo general, un proceso legislativo tarda varios meses hasta que, con la firma del presidente de la República, Horst Köhler, entre en vigor. Sin embargo, los diputados del bipartito de Merkel tendrán que decidir, por segunda vez en dos años, si se someten a un proceso relámpago por «el bien de Alemania» o si hacen caso a las críticas procedentes de sus distritos electorales, donde muchos no comprenden el porqué de la ayuda a Atenas.

De todos modos, el proyecto de ley de la CDU/CSU y de su socio liberal, el FDP, tendrá la mayoría de votos por su propia ventaja y gracias a los votos que vendrán desde las filas de la oposición socialdemócrata y verde. Sólo el partido socialista Die Linke (La Izquierda) se opone a los planes de Merkel.

Aparte de eso, la canciller cuenta incluso con la mayoría en el Bundesrat, donde la CDU y el FDP controlan, de momento, 37 de los 69 escaños. Este panorama podría cambiar radicalmente el domingo. Y por último, el presidente Köhler no se opondrá a firmar la ley porque debe su cargo a Merkel que, a su vez, ha intentado blindar la ley para que la Corte Constitucional no pueda declararla anticonstitucional.

Ante estas circunstancias, parece muy probable que Berlín diga sí al plan de rescate para Grecia, pero el domingo se verá si el electorado de Renania le hará pagar un precio político a la canciller.

Los pronósticos auguran fuertes perdidas para la CDU y el FDP (ambos en el poder) pero también para el opositor Partido Socialdemócrata (SPD). Este último, formaría gobierno con su candidato favorito, los Verdes, para continuar con el bipartito terminado en 2005. Pero una semana antes de los comicios, las cuentas no salen ni a unos ni a otros porque los sondeos pronostican un empate técnico entre ambas opciones.

Decisivo

Por lo tanto, será decisivo si el Linke logrará superar la barrera del 5%. Su comité regional está considerado como el más «radical». Su éxito o quiebra influyen porque, en dos semanas, se reunirá su congreso nacional para determinar la futura trayectoria política. Las encuestas prevén seis puntos para el Linke.

El SPD rehusa decir si va a permitir un Ejecutivo minoritario tolerado por los socialistas. Para evitar el empate, los socialdemócratas han optado por estar tan presentes en las calles de Renania que la abundancia de los carteles con los rostros de sus candidatos puede parecer obsesivo por su omnipresencia.

La campaña electoral se ha visto empapada por dos escándalos de financiación ilegal que afectan tanto a la CDU como al SPD. El caso de los socialdemócratas está por investigar, mientras que el presidente del Bundestag tendría que decidir ya esta semana si la CDU cometió un delito o no.

A pesar de ello, la campaña ha transcurrido sin polarización o crispación alguna. Por lo tanto, los expertos esperan que sólo alrededor del 55% de los ciudadanos acuda a las urnas el domingo, que coincide con el Día de la Madre. Ante este fondo, no es profeta quien augura que el domingo algunos políticos explicarán el resultado obtenido por su formación con el impacto de la crisis griega en la política alemana.