Se acabó. Salvo carambola mayúscula -o castigo administrativo al Mallorca-, el tren al continente partirá sin el Athletic. Los rojiblancos gastaron ayer hasta su última gota de gasolina, pero la victoria, el único resultado que les valía, no llegó.

Así que, tres días después, la historia se repitió: el Athletic no pudo aprovechar el tropiezo de sus competidores por la sexta plaza y afrontará las dos últimas jornadas, con visita al Bernabéu incluída, con una desventaja que parece insalvable.

Aunque a Villarreal y Getafe también les cuesta ganar, la tendencia de los bilbainos es claramente a la baja: sólo han podido sumar tres puntos en cinco jornadas, en las que apenas han podido marcar un par de goles. Ello, a la postre, les van acondenar a acabar la temporada en la zona media de la tabla.

Da la sensación de que a los rojiblancos les ha sobrado media docena de jornadas. La temporada arrancó antes que nunca para el equipo, que ha disputado 52 partidos desde julio. Demasiada tralla que se ha acabado pagando.

Tampoco por mucho. Viendo la irregularidad de Villarreal y Getafe, no parece que la sexta plaza vaya a quedar demasiado lejos. Triste consuelo, de todos modos, después de que el Athletic haya acariciado durante muchos meses un objetivo que no alcanzaba, vía Liga, desde hace mas de un lustro. La sensación de que los bilbainos han dejado escapar muchos trenes en los últimos tiempos empeora el sabor de boca.

El último se marchó ayer, cuando el Athletic fue incapaz de superar a un Málaga que pelea por la supervivencia. Y eso que los rojiblancos hicieron lo más difícil, adelantarse en el marcador; y que se mostraron mucho más enteros que el pasado domingo cuando Duda arrojó un jarro de agua fría en forma de gol olímpico; y que la afición se desgañitó cuando vio que los suyos flaqueaban. Todo fue insuficiente para un equipo al que le faltó continuidad primero, poso por momentos y frescura en los metros finales durante todo el partido.

Hasta a Toquero se le acabó el fuelle, que ya es decir. Aunque el gasteiztarra había empezado muy fuerte; tanto como para adelantar a los suyos cuando apenas se cumplía el minuto cuatro, tras robar la cartera a Iván Hernández y resolver brillantemente ante Munúa. El Athletic firmaba uno de esos arranques briosos que tan bien le han solido funcionar... hasta estas últimas jornadas, en las que los rivales no han tardado en subírsele a las barbas.

También lo hizo el Málaga, blandito atrás pero con ganas de probar suerte ante Gorka Iraizoz. Y medios para conseguirlo. Cumplido el cuarto de hora botó cinco córners prácticamente consecutivos y su insistencia obtuvo premio con el gol olímpico de Duda.

Le costó, pero a base de coraje el Athletic volvió a meterse en el partido, aunque el primer tiempo se consumió sin que el marcador volviera a moverse.

También costó que volviese a calentarse tras el descanso. Algo tuvo que ver que el Málaga -conocedor en el descanso de resultados que hacían bueno su punto- diese un pasito atrás e intentase pausar más el juego. Fue entonces cuando la afición, consciente de que sus jugadores actuaban ya con la reserva, empujó para meterle esa marcha, y una más, al partido.

Y se notó. Porque, a veces a trompicones, otras a balonazos, otras en arrancadas y de vez en cuando hasta en bonitas combinaciones, el Athletic se esforzó en poner cerco a Munúa, aún con el riesgo, que lo hubo, de que un contragolpe convirtiera definitivamente San Mamés en un funeral. Joaquín Caparrós, igualmente consciente de que un empate venía a tener el mismo valor que una derrota, tampoco tardó en decidirse a tirar de toda su artillería: Iker Muniain, Óscar de Marcos y hasta Joseba Etxeberria -el elgoibartarra llevaba más de una vuelta sin vestirse de corto- acabaron sobre el césped.

Pero todo fue inútil. Los bilbainos tropezaron con Munúa, con la defensa andaluza o con su propia inoperancia y acabaron resignándose a una temporada con competiciones exclusivamente domésticas.