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Elecciones legislativas británicas

Los tories se perfilan como ganadores, aunque sin mayoría absoluta

A la espera de los datos oficiales, los sondeos a pie de urna tras las elecciones legislativas en Gran Bretaña confirmaban el descontento de los británicos, que optaron por los conservadores, que no lograron la mayoría absoluta, para gobernar.

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GARA | LONDRES

Los británicos tuvieron ayer una cita con la historia en una comicios legislativos determinantes para el futuro del país, ya que, de confirmarse la elección de un Parlamento sin mayoría absoluta que apuntaban los sondeos, el primer desde 1974, el bipartidismo que desde la II Guerra Mundial ha alternado casi ininterrumpidamente gobiernos hege- mónicos de laboristas y conservadores podría quedar dinamitado por una tendencia hacia un modelo más plural y representativo. Los analistas ven en esta situación, conocida como «Parlamento colgado», una oportu- nidad única para reformar el sistema electoral británico.

Los primeros sondeos a pie de urna publicados al cierre de los colegios electorales pronosticaban una Cámara de los Comunes sin una mayoría dominante en la pero con un amplio dominio de los conservadores, que habría obtenido 307 escaños, 97 más que los conseguidos en 2005, pero a 19 de la mayoría absoluta. Los laboristas dejarían de ostentar el control de esta Cámara, al perder un centenar de asientos y quedarse con 255, mientras que los liberal-demócratas habrían obtenido un total de 59 representantes. De confirmarse este resultado, sería un revés importante para la formación de Nick Clegg, que vería reducida su representación ya que hasta ahora ostentaba 63 escaños.

En respuesta a la proyección arrojada por los sondeos, la «número dos» del Partido Laborista, Harriet Harman, afirmó que «lo que está claro» es que el país necesitará «un Gobierno sólido y estable para salir de la recesión».

Por su parte, el «segundo» de los liberal-demócratas, Vince Cable, tildó de «muy extraños» estos primeros resultados y recordó que en el pasado las encues- tas a pie de urna se habían equivocado «de forma espantosa».

Más participación

Más de 45 millones estaban llamados ayer a ejercer su derecho al voto en unas elecciones en las que el laborismo se jugaba el hito de su cuarto mandato consecutivo, aunque las perspectivas de cambio eran bastante ciertas. Los datos de participación no se hacen públicos en Gran Bretaña, pero los indicios apuntaban a una alta movilización, lo que era una prueba del interés que los comicios más disputados en décadas han despertado a pesar de escándalos como el desencadenado por el abuso en los gastos parlamentarios por parte de los diputados, el desencanto por la grave recesión sufrida o la decisión del ex primer ministro Tony Blair de embarcar al país en la invasión ilegal de Irak sin tener en cuenta la oposición de la mayoría de la ciudadanía.

A punto de cerrarse los colegios, los analistas preveían que la participación superara el unos cinco puntos la de 2005, cuando el 61% acudió a votar, informaron AFP y Europa Press.

Durante la jornada electoral está prohibida la difusión de encuestas, pero ayer se mantenía la incertidumbre con la que arrancó la carrera por el 10 de Downing Street, en la que el conservador David Cameron ha sido siempre el favorito, pero sin garantías de obtener la mayoría absoluta, como confirmaron los primeros datos. Un panorama que, derivado del descontento general, había convertido en la clave a la que se perfilaba como tercera fuerza, los liberal-demócratas, auténtica revelación de la campaña. Sin embargo, el empuje inicial de su líder, el europeísta Clegg, tras los tres debates televisados, perdió fuelle en los últimos días, según los últimos sondeos que constataban un repunte del laborismo liderado por Gordon Brown, y que se vieron confirmados al cierre de los colegios electorales.

Las dudas sobre la composición del Parlamento -no, necesariamente, las referidas al futuro primer ministro- estaba previsto que se despejaran esta madrugada, para cuando se había anunciado la difusión de los primeros resultados oficiales.

En principio, el favorito, David Cameron, ya anunció su intención de gobernar en solitario en caso de no conseguir la mayoría absoluta de los 650 escaños. Sin embargo, el partido de Clegg podría ser la llave no sólo para garantizar la investidura del candidato tory sino para dar esta- bilidad al Gobierno.

La irrupción liberal-demócrata fue uno de los grandes revulsivos que amenazó la ansiada mayoría de Cameron, ya que ampliaba el reparto de la tarta en Westminster, pero todo dependía del peculiar sistema electoral británico que no tiene por qué reflejar necesariamente en el número de asientos el porcentaje de votos, ya que el político que más votos obtiene en una circunscripción, aunque sea por un voto de diferencia, se lo lleva todo.

Un modelo que favorece al laborismo que, en sus tradicionales bastiones, obtiene las actas de diputado por una diferencia de votos inferior a la que registran sus dos rivales en aquellas circunscripciones en las que ganan, y que el propio Clegg se ha propuesto combatir para hacer el sistema más representativo.

Por eso, durante la campaña, la apelación al voto mayoritario ocupó un espacio crucial en la estrategia de los partidos, sobre todo de los conservadores, que veían cómo se reducía su ventaja sobre los laboristas, de los 25 puntos de hace 18 meses a los 8 de los últimos días. Lograr la mayoría absoluta implicaba no menos de un 9% de ventaja respecto a sus adversarios.

650 escaños

En las elecciones legislativas de ayer estaban en juego 650 escaños: 533 por Inglaterra, 59 por Escocia, 40 por Gales y los 18 restantes por el norte de Irlanda.

Colegios en pubes, caravanas o iglesias

¿Negra o rubia? ¿Tories o laboristas? Los clientes del Anglesea Arms podían elegir ayer no sólo el color de la cerveza sino también de sus diputados, en un pub de Londres habilitado como colegio electoral para las legislativas, igual que otros muchos igualmente improbables lugares.

¿Cabinas de voto en un pub? «Éste es un incentivo para acudir a votar! No conozco muchos lugares en los que se pueda votar y beber al mismo tiempo», se congratula Martin Carver, responsable de agentes electorales.

Paul Denley, por su parte, lo ve como algo práctico. «Esperamos iglesias o edificios públicos, pero esto es tan bueno o mejor. De hecho, es ideal».

Una madre, acompañada de sus tres hijos con uniforme escolar, es una de las primeras en acudir , seguida de un jubilado cuya casa tiene vistas al pub.

Pero los más madrugadores sólo podían elegir entre conservadores, laboristas, liberal- demócratas, euroescéticos del UKIP o ecologistas de los Verdes y de la Alianza por un Socialismo Verde. Para elegir entre una pinta de Broadside, de Breaksear o de Wandle el colegio-pub electoral no abrió hasta las 11 de la mañana.

Además de numerosos pubes e iglesias por todo el país, ayer fueron habilitadas como oficinas de voto una peluquería, una vieja caravana, algunos castillos y supermercados de los Midlands, el comedor de una casa de campo y hasta una estación de bombeo. Robin MILARD (AFP)

ganador virtual

Nick Clegg venció con facilidad en dos elecciones virtuales realizadas estos días en Facebook. En una de ellas, su partido se hizo sólo con el 26% de los votos, pero Clegg logró el 42% de los apoyos. La otra la encabezaban ayer los liberales-demócratas con el 36% de los votos, por delante de tories (17%) y laboristas (14%).

accidente

El que fuera líder del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) Nigel Farage, que buscaba ser elegido diputado, resultó ayer herido herido en un accidente aéreo en Inglaterra, después de que la avioneta en que viajaba se estrellara en un campo de aviación en Northamptonshire.

A falta de mayoría absoluta, domina la incertidumbre

Sin una mayoría absoluta en las elecciones y en ausencia de una Constitución escrita, Gran Bretaña se hunde en la incertidumbre: la elección del primer ministro dependerá de las negociaciones políticas postelectorales, de la mediación de los «mandarines» y de la presión de los medios y de la opinión pública.

La mayoría absoluta -326 de los 650 diputados de la Cámara de los Comunes- es la condición para la formación inmediata del Gobierno. En caso contrario, con un Parlamento sin mayoría absoluta, se abren múltiples escenarios.

«La decisión final de los políticos dependerá de la confluencia de factores tales como la aritmética electoral, las convenciones constitucionales, la presión de los medios y de la blogosfera, las reacciones de los mercados y la percepción del estado de la opinión pública», explica la muy seria Hansard Society, centro de investigación independiente.

Si nos limitamos a la aritmética, prevalecen dos escenarios. El primero de ellos sería que los conservadores de David Cameron, favoritos en los sondeos, logren la mayoría absoluta. Hoy, el laborista Gordon Brown cogería por última vez su Jaguar blindado oficial para ir a presentar su dimisión a la reina, y ceder su lugar en el 10 de Downing Street a su joven sucesor.

El segundo escenario sería si ningún partido logra 326 escaños. «Es este caso, el Gobierno se mantendría hasta que el primer ministro decida presentar su renuncia a la reina», recordó el más alto funcionario, el secretario general del Gobierno, Gus O'Donnell, citando las «convenciones constitucionales».

Por lo tanto, el premier -aun derrotado- puede permanecer en su puesto y «un Gobierno estable», ya sea mediante una alianza o una coalición. Después será apartado por su sucesor. El liberal-demócrata Nick Clegg, que puede inclinar la balanza, ha insinuado que una salida de Brown favorecería su posible adhesión a un Gobierno «Lib-Lab». Algunos analistas han dicho que David Miliband, ministro de Asuntos Exteriores, estaría dispuesto a sustituirle al frente de laborismo.

La influencia de editorialistas y opinión pública, citada por la Hansard Society, no debe ser pasada por alto: las consignas de voto de todos los diarios -excepto uno- pedían el «todos menos Brown» después de trece años de Gobierno laborista.

Y David Cameron no tiene la intención de dejar escapar la victoria, en caso de lograr un resultado cercano a la mayoría absoluta: «Los acuerdos y la realidad no siempre van de la mano».

El único escenario que se descarta es una «gran alianza» entre los laboristas y los tories. Parecido montaje, ensayado en Europa, sólo se ha experimentado en Gran Bretaña durante las dos guerras mundiales y la crisis de 1929.

Para ayudar en las negociaciones que prometen ser complicadas, los líderes de los partidos se reunirán con los «mandarines» del «Triángulo de Oro» (Palacio, Administración y Downing Street): el secretario general del Gobierno (Gus O'Donnell), el secretario privado de la reina (Christopher Geidt) y el secretario permanente del 10 de Downing Street (sir Jeremy Heywood), cuya función es garantizar «el juego limpio y que la reina no se vea salpicada por el caos electoral», señaló «The Times». Denis HIAULT (AFP)

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