Los colores del título aluden a las diferencias existentes entre las cortes de Enrique III y la de Felipe II, pues mientras en la una se vivía un frenesí libertino, en la otra todo era oscurantismo y atraso medieval. Esas diferencias históricas son caricaturizadas por Gérard Jugnot en una exagerada comedia bufa en la que encarna a un afeminado costurero llamado Pic Saint Loup, que cruza la frontera en misión diplomática encomendada por su monarca para diseñar los trajes de la boda de unos familiares. Lo que debería ser una embajada de paz, se complica, porque la corte española está dominada por la Inquisición y, entre el séquito que viaja desde París, se ha colado un hugonote que quiere vengar la matanza de San Bartolomé.

Gérard Jugnot no tiene ningún reparo en introducir deliberados anacronismos, montando pasarelas con desfiles de moda que se convierten en una parodia de los actuales. El séquito del costurero que viste de rosa está compuesto por perfumistas, peluqueros y negros que no son esclavos, lo cual supone una especie de provocación al fanatismo religioso de la época planteada desde la mentalidad contemporánea. Tal vez consiga con ello molestar un poquito a la derecha más rancia y patriótica.