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Anjel Ordóñez Periodista

Relojes de lujo y ética neoliberal

Dicen los británicos que un banquero es aquel que te deja un paraguas cuando hace sol y te lo reclama con las primeras gotas del chaparrón. Es la esencia de su negocio. Y con el paso de los años han llegado a retorcerla y sofisticarla hasta cotas que han terminado por hundirnos en el lodazal en el que hoy chapoteamos sin poder alcanzar la orilla. Pero no quisiera perderme en profundidades teóricas sobre las miserias del capitalismo neoliberal y sus legiones de carteristas. Ya habrá más ocasiones. Prefiero hoy fijarme en el detalle, en el botón de muestra, en la evidencia de que algo huele a podrido en esos recintos acorazados de mármol donde guardan con celo nuestros contratos hipotecarios.

Me explico. Una entidad financiera de este país, con obra social en sus estatutos para más señas, está ofreciendo a sus clientes ventajosos créditos para que adquieran un reloj. De entre ustedes, los más indulgentes pensarán que los directivos de la caja en cuestión se desvelan por los miles de parroquianos golpeados por la crisis. Esos que rascan en sus bolsillos y ya no encuentran ni para comprar un triste reloj.

¿Saben lo que es un Breitling? ¿No? ¿Y un Bulgari? ¿Tampoco? ¿Y un Tag Heur? No sufran, yo se lo cuento, que me acabo de enterar: son pelucos cuyos precios oscilan entre los 1.751 y los 2.653 euros. Lo más en medición del tiempo, auténticas joyas de precisión, la pera limonera en sus muñecas. ¿Caros? Un pelín. Por eso la caja de la que hablo le presta a usted el dinero para que se lo compre en cómodos plazos, sin intereses. Un detalle. Así no llegará usted nunca tarde al trabajo.

Lo malo es que son muchos los no tienen trabajo al que llegar tarde y, más que los minutos, les agobia el calendario y su implacable fin de mes. A esos, apenas les alcanza el presupuesto para poder comer y, si no lo han hecho todavía, barruntan ya que no van a pagar la próxima letra de la hipoteca. A ésos hace tiempo que se les acabó el subsidio y sobreviven con la ayuda de unos y otros, apretando el cinturón hasta quedar sin resuello. A ésos les vendría muy bien una ayudita para sacar adelante a sus familias. No un puto reloj de lujo.

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