Concierto homenaje a Luis de Pablo en Madrid
Ochenta años en la vanguardia de la composición
El pasado 28 de enero cumplió ochenta años pero, pese a todo, no piensa todavía en el retiro. Su intención es continuar componiendo, porque eso es realmente lo que le motiva. Hablamos de Luis de Pablo, quien fue homenajeado ayer en el Auditorio Nacional de Madrid de la mano de la OSE.«en el cine, el compositor siempre es un subordinado; ahí el que manda es el director, que para eso está, pero yo siempre he preferido hacer mi propia música»
Ariane KAMIO | MADRID
Nada haría suponer que un hombre que ha alcanzado los ochenta años podría estar pensando en continuar al pie del cañón, cuando lo más común en nuestra sociedad es intentar acercarse a la jubilación lo antes posible para poder dejar que la carrera laboral vaya cayendo en un agujero negro y no recuperarlo jamás. Este no es, sin embargo, el caso de Luis de Pablo (Bilbo, 1930). Este compositor bilbaino presume de vitalidad y su intención es continuar por la misma senda hasta que «me caiga un ladrillo en la cabeza y me deje tonto». Realizó sus primeros estudios musicales en Hondarribia y posteriormente en Madrid, donde reside desde entonces. Gran parte de su formación musical es autodidacta, aunque recibió consejos de Maurice Ohana, Max Deutsch y otras personalidades. Estudió Derecho en la Universidad de Madrid, graduándose en 1952.
Su florecimiento musical, no obstante, llegó en la década de los cincuenta, cuando se convirtió en uno de los compositores más revolucionarios del panorama musical estatal. En 1957, participó en la creación del grupo Nueva Música; en 1958, creó el ciclo «Tiempo y Música»; en 1965 fundó «Alea», que dieron a conocer en el Estado español la actualidad musical de su momento. Fue el creador también del primer laboratorio de música electroacústica en el Estado Profesor en el Real Conservatorio Superior de Madrid, también ha impartido clases en la Universidad de Buffalo, en Ottawa, Montreal... Su amplia obra musical abarca todos los géneros, desde la música cinematográfica (ha colaborado con Carlos Saura y Víctor Erice, entre otros) hasta la ópera.
Coincidiendo con la participación de la Bilbao Orkestra Sinfonikoa en su Temporada de Abono, la Orquesta Sinfónica de Euskadi (OSE) viajó a Madrid, donde ayer ofreció un concierto en el Auditorio Nacional de la ciudad. El recital, organizado por la Sociedad General de Autores (SGAE), la Fundación Autor y el Auditorio Nacional en homenaje a Luis de Pablo con motivo de su 80 cumpleaños, fue dirigido por el maestro José Ramón Encinar, estrechamente vinculado a la obra de Luis de Pablo y al que el compositor dedicó su ópera «El viajero indiscreto». El programa arrancó con «Potpurri», de la obra «Vendaval», compuesta en 1994 y que la orquesta afrontó por primera vez. A continuación, se interpretó la partitura «Frondoso misterio» para violoncello y orquesta, compuesta en 2001 y dedicada a Asier Polo, que fue quien fue el encargado de interpretarla junto a la Orquesta de Euskadi. Ya en la segunda parte, se pudo disfrutar de la obra «Figura en el mar» para flauta y orquesta, de 1989, que interpretó la flautista francesa Cécile Daroux.
Además de este concierto sinfónico, el ciclo monográfico en homenaje a Luis de Pablo incluye también un concierto de cámara, que tendrá lugar hoy en la sala de cámara del Auditorio, y una clase magistral que impartirá el propio Luis de Pablo.
Horas antes del concierto, durante el ensayo que tuvo lugar a primera hora de la mañana en el auditorio madrileño, gara pudo realizar directamente con el homenajeado un pequeño recorrido por su memoria y recordar su prolífica carrera profesional. A este creador octogenario le tocó ser compositor en el periodo de la historia de la música más complejo y convulso, a partir de la Guerra del 36 y en plena dictadura franquista. A él, sin embargo, no le parece que fuera una época más difícil que otra. «Todos los periodos son complejos y convulsos para los que los viven. Imagínese que hubiera nacido en 1870, con Napoleón a la cabeza, o con Fernando VII, que me hubiera decapitado seguro. Cualquier época es mala para vivirla. Pienso que, si no hubiera nacido donde nací, quizás las cosas serían diferentes, más fáciles o difíciles, pero uno se abre camino como puede y no hay que lamentarse».
Fue un artista rompedor y vanguardista en la década de los cincuenta, y fue uno de los primeros artistas en introducir la ópera en el Estado. «Lo hice porque nadie lo hacía. Me apetecía servirme de mi lenguaje para hacer algo que todavía no se había hecho en el Estado español», explicó. «KIU», «La madre invita a comer» y «La señorita Cristina» fueron tres de las cinco óperas que compuso, «tres hijas bien amadas», entre las que no podría hacer una elección para nombrar a una sola como su favorita. «Cada una tiene su razón de ser, porque cada una la escribí con la misma pasión y el mismo sacrificio. O salvo las cinco o no salvo ninguna. No hay una mejor que otra».
En el rastro de la liebre
Luis de Pablo cuenta con un repertorio muy extenso que ha ido consolidando a lo largo de los años. Ante un catálogo tan prolífico, el compositor mantiene relaciones diferentes con el resto de sus «hijas». «Nunca se convierten en ajenas, pero sí es cierto que unas están más próximas que otras. Unas, acaban de nacer y yo mantengo la misma postura que me motivó a hacerlas, porque con el tiempo las creaciones también cambian. Pero eso no quiere decir que las cosas que hice en los 50 no dejen de interesarme. Un día puedes leer una partitura creada hace cincuenta años y que no la has leído en veinte, y te sientes muy identificado con ella», explicó.
Al contrario que muchos compositores de la época, De Pablo no se dejó guiar por escuelas o manifiestos, sino que optó por crear un estilo individual y característico. «Soy como un perro de caza que sigue el rastro de liebre. Yo he seguido mi camino y, cuando he encontrado la liebre, me la he comido». En el mundo del cine colaboró en varias ocasiones con Carlos Saura y firmó bandas sonoras como la de «El espíritu de la colmena», de Víctor Erice. Esa experiencia, sin embargo, no le aportó «gran cosa» musicalmente: «Aprendí a hacer una música funcional deprisa y bien», pero «siempre era el subordinado, estaba a las órdenes del director».