La dimisión en Tabakalera, una mala noticia
Cuesta encontrar precedentes de la decisión tomada por el director general de Tabakalera, Joxean Muñoz. Su dimisión, por coherencia y responsabilidad ante la radical modificación unilateral del proyecto con el que se identificaba, viene a ser una refrescante isla en el océano de seguidismo y apego al cargo que caracteriza el panorama político-administrativo vasco. Pero, en todo caso, esa dimisión no debe tomarse como una buena noticia, sino como nefasta consecuencia de los desmanes de otros, de las actuaciones irresponsables de quienes, durante años, han dirigido la política cultural donostiarra. Si bien es cierto que la violenta crisis en la que está envuelto el país ha afectado severamente tanto al tejido productivo como al entramado institucional, no lo es menos que también ha servido de cortina de humo tras la que realizar inaceptables recortes de derechos laborales -en el caso de la patronal- y esconder una gestión nefasta, derrochadora y partidista -en el caso de muchas instituciones-. Los responsables municipales donostiarras hace tiempo que decidieron volcar su esfuerzo y la hacienda pública en vender al mundo la capitalidad cultural, abandonando a su suerte la Cultura, su promoción y su desarrollo. Por eso el abandono de Joxean Muñoz es una mala noticia. La buena habría sido la dimisión de Odón Elorza.