Acaba de inaugurarse en Iruña el IV Salón de Esoterismo y las Terapias Naturales. De lo que se deduce que no es el primero. Para lo cual las ilustres autoridades de esta gloriosa ciudad han aportado el espacio público de la estación de autobuses. Por todos es conocida la generosidad consistorial a la hora de facilitar espacios necesarios para celebraciones sin parar mientes en quienes las organizan. Los organismos populares pueden dar fe de ello. No hace ni dos telediarios que, en previsión de altas temperaturas, la Yoli mandó camiones-cisterna al objeto de refrescar el espacio donde debían transcurrir los calderetes txantreanos. Acto que resultó malinterpretado por los intolerantes de siempre.

Para la inauguración de la cosa esotérica, 6 lamas tibetanos 6 del Monasterio de Gaden Shartse realizaron un «ritual de purificación». Son los boys de Geshe Larampa Nagwang Tsering, que el jueves, en la UNED de Tudela, dio una conferencia sobre Manjusri, Buda de la Sabiduría. Forma parte del Tour Mundial por la Paz Interior que están realizando. La que vale es la Interior; la Exterior, por lo que se ve, no es tan importante. Los iraquíes, por ejemplo, si están jodidos no es tanto por la invasión armada, que nos podría parecer a primera vista debido a nuestra ignorancia esotérica, sino porque en el interior de sí mismos, en su mismidad, no existe un equilibrio espiritual. Andan malamente de los chakras. Además, si no consigues la interior, no puedes aspirar a la exterior. Y es que el sabio Nagwang, que explica todo esto, enseña Filosofía Budista, Tantra y Arte de Vivir a los novicios y monjes del monasterio. Casi nada. Con referencia a la última disciplina, nadie duda de que vivir sin dar un palo al agua es un arte tan solo para iniciados. Los campesinos de alrededor del monasterio, siempre alegres y dicharacheros, gracias a la paz interior, contribuyen con sus diezmos al asueto espiritual y tántrico de los monjes. Para el desarrollo esotérico (interior) de unos, otros doblan su espinazo exotérico (exterior). Debe ser Ley Universal.

En los puestos (stands, se dice ahora) del Salón de Esoterismo se pueden comprar «productos terapéuticos y mágicos» como bolas de cristal o la pulsera que, de grácil manera, porta Pachi López. Le pueden hacer a uno la carta astral, el dibujo de su «espíritu-guía» (sic), un estudio de numerología tántrica, la fotografía del aura o un análisis completo de las líneas de la mano. Al parecer, existen otros análisis menos completos. Y todo ello amenizado con músicas y danzas del Extremo Oriente ejecutadas por señoras oriundas de Valladolid.

Ya era hora de que en los espacios públicos pudieran mostrar sus conocimientos gentes de mente amplia y espíritu puro. De que la Universidad se abriera a nuevos conocimientos como las Ciencias Ocultas. Próximamente cátedras de astrología, alquimia, teología o vudú.

En el IV Salón de Esoterismo sólo echo en falta a los de Batzarre, aquellos pekineses devenidos en caniches, repartiendo abrazos vasquistas a diestro y siniestro para conseguir la liberación del Tíbet y la desaparición de la exotérica ETA.