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Merkel gana un pulso contra sus rivales con el fondo de estabilización

Angela Merkel acaba de ganar un pulso con sus rivales internos: Las dos cámaras del Parlamento alemán han aprobado la participación germana en el Fondo de Estabilización del Euro. Con ello Berlín avala 148.000 millones de euros de los 750.000 con los que la UE quiere proteger su moneda.
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Ingo NIEBEL

El Gobierno tiembla por su mayoría en el Bundestag» rezaba el diario sensacionalista «Bild» pocas horas antes de la votación. En vísperas de la votación en el Bundestag, media docena de parlamentarios demócrata y social cristianos (CDU y CSU) y el mismo número de liberales (FDP) habían manifestado su «nein» al proyecto de ley de la jefa de Gobierno, Angela Merkel (CDU), de asumir la mayor parte de las garantías del Fondo de Estabilización del Euro. Su «no» se debía ante todo a los incalculables riesgos y a que por tercera vez en poco tiempo el Parlamento tuvo que aprobar una ley relámpago - es decir en menos de 24 horas - sin las habituales lecturas de la misma que, por lo general, suelen tardar varias semanas. En 2009 se acordó de esta forma la ayuda al sector bancario en Alemania; hace dos semanas las garantías por el valor de 22 mil millones de euros para ayudar a Grecia y ahora otros 148 mil millones de euros para estabilizar al euro.

Una votación informal, celebrada un día antes de la oficial, asustó a Merkel porque iba a disponer una mayoría de un solo voto. La canciller se puso tan nerviosa que incluso pidió a su ministro de Defensa, Karl Theodor zu Guttenberg (CSU), que retrasara su viaje a Afganistán. Al final, 319 de los 332 diputados del bipartito (CDU/CSU y FDP) aprobaron la ley, mientras que 195 parlamentarios (sobre todo socialdemócratas (SPD) y Verdes se abstuvieron y 73 (ante todo de Die Linke) votaron en contra. Merkel no logró su anhelada «mayoría amplía».

Problemas para la canciller

El nerviosismo de la canciller tiene varias fuentes: por un lado está la crisis económica a la que reaccionó muy tarde y con prisas, hiriendo en primer lugar las sensibilidades de los parlamentarios. Por otro lado, no hace caso a las voces críticas, que surgen desde las estructuras financieras y económicas del país. Éstas alertan ante los riesgos, pero también quieren utilizar la crisis para su beneficio a nivel nacional e internacional. Además, la Corte Constitucional tiene que decidir sobre la legalidad de las ayudas concedidas a Grecia. A ello se añaden los constantes problemas con el socio liberal FDP. Luego está la oposición interna que después de la debacle electoral en Renania (con un caída de 10 puntos) se hace escuchar cada vez más alto. El semanario «Der Spiegel» profetizó ya el «ocaso de la canciller» si Merkel no lograra solucionar sus problemas.

Éstos van más allá de los habituales ataques, producto de unos comicios perdidos. Dentro del capitalismo alemán dos corrientes opuestas luchan por el poder: una es la del capital financiero que ahora necesita ayudas públicas, la otra es el capital tradicional, que surge de las empresas, y que se ha aprovechado del financiero para hacer una serie de negocios secundarios. El capital financiero entró a lo grande en Alemania, cuando en 2004 los socialdemócratas les abrieron las puertas a los hedge funds, los fondos de inversión. El capital empresarial intenta ahorra bajarse de ese barco a la deriva, poniendo sus valores a salvo. Para ello necesita lo que el capital siempre busca: seguridad para sus inversiones. Estas últimas no sólo deben ser protegidas ante partidos como Die Linke, que hablan de nacionalizaciones, sino también ante el competidor exterior. Éste ya no viene con la hoz y el martillo dorados sobre un fondo rojo sino que a veces habla francés y canta la Marsellesa.

El Instituto de Investigación Económica (IFO) de Múnich rechaza la necesidad del Fondo de Estabilidad del Euro. Como primer argumento esgrime que el euro está aún sobrevalorado y su valor real correspondería los 1,14 dólares. Segundo, su presidente Hans-Werner Sinn, explicó que el Fondo sólo favorecía al Estado francés porque sus bancos posean más valores griegos y están más presentes en Grecia que los alemanes. Según el Ifo, «no ha habido ninguna crisis de sistema», sino más bien una corrección. Sin embargo, Merkel evitó que una buena parte de los 166 mil millones de euros, procedentes de Alemania, que en 2009 se fueron al extranjero, se quedaran en el país. Las críticas del Ifo indican que detrás de la discusión sobre el euro se halla un debate sobre la reorientación geopolítica de la UE en general y de Alemania en particular.

A partir de 2011 la Constitución obliga al Ejecutivo a eliminar hasta 2016 sus deudas estructurales en 67.000 millones de euros. Por eso la política ha empezado a mirar por dónde puede ahorrar. El ministro de Hacienda, Wolfgang Schäuble, ha emitido su «lista venenosa» a los ministerios, diciéndoles en cuánto han de reducir sus gastos. El más afectado es el de Defensa con 600 millones de euros; el que menos, Trabajo, con tan sólo cuatro millones. No obstante, algunos barones de la CDU, como el ministro presidente de Hesse, Roland Koch, están desafiando a la canciller, queriendo reducir el gasto para Educación y las guarderías. Desde Economía se propone una subida del IVA de 19 a 25 puntos porque « garantizaría unos ingresos fijos de 50.000 millones al año». Otros hablan de un peaje para todos los vehículos y recortar la ayuda a los parados. La mayor seguridad política que Berlín puede brindar al capital alemán es la reedición de una Gran Coalición CDU-SPD (2005-2009). Los primeros pasos en esta dirección se están dando en Renania.

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