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«Las canciones son de quien las escucha. Lo que opine es tan cierto como lo contrario»

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Alejandro Pelayo y Leonor Watling

Compositor y pianista, voz

Marlango observan el mundo desde el árbol de la vida que les relaciona con su actual disco, «Life in the treehouse». El grupo maneja el tiempo con cautela, sirve las canciones con ritmo pausado. Recorre el pop, el jazz, lo atmosférico... con singularidad y suave pendiente. El trío, más amplio en directo que en disco, presenta álbum este jueves 27 en el teatro Arriaga de Bilbo.

Pablo CABEZA | BILBO

Marlango es un trío madrileño gestionado estéticamente por la belleza natural de la actriz, cantante y letrista Leonor Watling, más la aportación de Alejandro Pelayo y Óscar Ybarra.

Leonor y Alejandro comienzan a colaborar en 1998, año en el que surgen los primeros esbozos de canciones grabadas artesanalmente y sólo a piano y voz. En 2002 se les une al proyecto el neoyorquino Ybarra y dos años más tarde consiguen que la discográfica Universal les publique su primer disco. Con Watling madurando y creciendo como actriz (sólo hay que ojear su amplio registro de interpretaciones y las buenas críticas conseguidas), cabía esperar que Marlango no durase mucho; sin embargo, seis años después el trío ya tiene en la calle cuatro discos de estudio, el último «Life in the treehouse». Además, Leonor Elizabeth C. Watling a principios de 2009 fue madre de Luca, hijo asimismo del músico Jorge Drexler.

«Life in the treehouse» es un título curioso que viene a contarnos que tras el trabajo diario Marlango necesita un lugar escondido donde refugiarse, volver a la inocencia de la niñez construyendo una casa en un árbol. Lugar, en definitiva, donde el trío se refugia tras desembarazarse de la ciudad, su trampa. Musicalmente, «La vida en la casa del árbol» suena con voz aún más sensual y cálida que nunca, dentro de estilos que van desde el pop al jazz pasando por la música folk de raíz, bien disimulada.

Se percibe un disco más natural que la obra pasada, a pesar de los numerosos arreglos.

No miramos hacia atrás, la única premisa que tenemos es ser honestos con las canciones que vamos encontrando. No hay plan b.

«I don't really want to know» es tan evocativa como una canción de Van Morrison... y no está muy lejos «The answer».

¡Muchas gracias! El gran hallazgo de la canción es el dibujo de la mandolina que encontró Rubén, del grupo Pereza. A partir de ahí todo lo demás se cuadró solo y quedó muy setentera. «The answers» estaba mucho más centrada en el dibujo del piano y Suso Saiz ayudó mucho con la electrónica y la guitarra acústica en las estrofas. Después entró Rufus Wainwright, cuando la mesa ya estaba puesta.

Se consigue, pero el concepto musical quizá sea difícil de mantener o estructurar cuando la dedicación a la banda no puede ser absoluta. ¿Se decide a la hora de grabar o hay un proceso anterior...?

¡Es muy bueno que parezca que hay un concepto! No obstante, en cada momento hacemos lo que necesitamos, porque la música es una absoluta necesidad, no una elección.

«You won't have me» posee un clima seductor... Es una canción con muchas posibilidades.

El tema es un blues clásico y cumple casi todos los requisitos del género. Tenemos a Ben Sidran en el Hammond ¡y eso es un lujo! En el directo es una de las canciones que más crece y más cambia.

Ustedes tendrán una opinión sobre su propias canciones, ¿cómo se lleva que otros difieran de los puntos de vista o percepciones propias del músico?

Las canciones son de quien las escucha y lo que opine cada uno de cada tema es tan cierto como lo contrario. Supongo que dentro de muchos años mirando hacia atrás podremos contestar mejor a este tipo de pregunta.

No sugiere preguntar sobre la colaboración de Rufus Wainwright en el disco, seguramente será una alusión repetida y cansina en las entrevistas. Pero tocó en Bilbo hace muy poco y estuvo espléndido.

Rufus es encantador y con mucho talento. Tomé con él un café en Zaragoza aprovechando una actuación y le mostré alguna de las canciones. Es un lujo escuchar su voz en una de nuestras canciones, como el Hammond de Ben Sidran o las guitarras de Jorge Drexler y Pereza.

Dentro de la coherencia musical de Marlango, cada canción propone un universo, una referencia distinta. Ves a Van Morrison, a Joni Mitchell, a Carole King... Historias más recientes como el country alternativo... ¿Ustedes ven claros todos sus movimientos?

La verdad es que no... Nos resulta muy divertido ver por dónde van saliendo parecidos y referencias. Al final son las canciones las que te van llevando y después te tienes que buscar la vida para explicar los porqués. Creo que hay un poco de muchas cosas, un poco de lo que se aprende y bastante de los que somos tocando juntos.

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