CRÓNICA Maskarada en Nafarroa Garaia
Zamaltzain sortea todas las barrikadas de Iruñea y acaba siendo castrado en Los Burgos
Los dantzaris de Larraine llegaron ayer por la mañana para representar por primera vez en Iruñea una maskarada suletina completa. El cortejo tenía 35 personajes, capitaneados por Txerrero y Zamaltzain.
Aritz INTXUSTA
El grupo de la maskarada desembarcó por la mañana en la Plaza San Lorenzo, donde fueron recibidos por los dantzaris de Iruña Taldea. Encabezaba la marcha Txerrero con su palo con una cola de caballo, a su lado, baila Gatuzain, al que se reconoce por unas tenazas extensibles, muy útiles para robar de las ventanas aprovechando el desorden del carnaval. Detrás de ellos, iba la Kantiniersa, vestida con un traje de la Armada Napoleónica y, por detrás de ellos, el zaldiko Zamaltzain.
«Los cuatro, junto con el que lleva la bandera, componen la maskarada roja -comentaba el antropólogo de Ortzadar Karlos Irujo-. Después han salido los marexalak, los herradores, un kukuilero y luego Jaun eta Andrea, Laborari, Laborarisa y, por último, esos gamberros de la maskarada negra».
La organización de la maskarada recae en un sólo pueblo de Zuberoa, que va cambiando cada año. Los carnavales pasados, le tocó el turno a Larraine, un pueblo de poco más de 200 habitantes, al que unen estrechos lazos con los grupos de dantzas de Iruñea. Al final, 35 larraintarras se decidieron a visitar Iruñea y representar, por primera vez, una maskarada completa en Nafarroa Garaia.
«Los grupos de dantzas de aquí hemos aprendido los bailes de los personajes principales, Zamaltzain, Txerrero... Pero nunca hemos conseguido completar una maskarada, con todos los personajes», explica Mikel Lasarte, de Ortzadar. «Tenemos una fuerte amistad con los dantzaris de Larraine, porque ellos fueron quienes nos enseñaron a bailar el suletino. A base de insistir, hemos conseguido que vengan y encima hemos tenido suerte con el tiempo, que ha acompañado».
El recibimiento de los larraintarras quedó en manos de los grupos de dantzas de Iruña Taldea, Muthiko Alaiak y Ortzadar, que dieron la bienvenida a los de Larraine bailando también dantzas suletinas.
La representación arrancó con las distintas barrikadas dispuestas por Alde Zaharra. En cada una de ellas, los de Larraine debían demostrar que bailan bien, que son dignos de adentrarse en la ciudad, con una danza que toma ese nombre, el de barrikada, y es más larga en la primera y en la última de las paradas. «En origen, se montaban barrikadas reales a la entrada de los pueblos y en las casas más importantes», explica Mikel Lasarte. Ayer, la barrikada se sustituyó por mesas con picoteo y bebida, para dar de comer y beber a dantzaris y decenas de curiosos que se sumaron a la comitiva que avanzaba a ritmo de salterio y entre los petardos que lanzaba la maskarada negra.
Pitxu y la kantiniersa
Por la tarde, arrancó la representación teatral de la Plaza de Los Burgos con la danza del vaso, que dio paso al herraje de Zamaltzain y, después, a su castración a manos de los kereztuak. «Con todas esas acciones, Zamaltzain baila cada vez mejor. No tiene nada que ver la agilidad que demuestra al principio con la que despliega al final, castrado y herrado. Los saltos son bastante más altos...», explica Irujo. Durante la obra teatral cobraron relieve el resto de personajes de la comitiva: Pitxu, que se equivoca e intenta castrar a la Kantiniersa, Jaun eta Andrea, y también los buhamiak o gitanos, que dan unidad a toda la parodia con sus gamberradas entre actos.