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GIRO 14ª etapa

Más impresiones que distancias entre favoritos

Triunfa Vicenzo Nibali, sufren Alexandre Vinokourov y Carlos Sastre y sonríe David Arroyo de rosa.

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A.U. LASAGABASTER

La llegada a los Alpes trajo algo de cordura al Giro. En una etapa dura, pero no tanto como las venideras, pasó lo que tenía que pasar: que los favoritos se vigilaron mejor, que movieron sus piezas, que algunos probaron, que otros sufrieron y que los menos quedaron definitivamente descartados. Si es que algo se puede catalogar de definitivo en esta carrera loca.

No dejó, tampoco se esperaban, demasiadas diferencias el Monte Grappa. Pero sí impresiones. Por ejemplo, que la bicefalia de Liquigas puede funcionar, con Vincenzo Nibali e Ivan Basso repartiendo sudores de igual a igual. También que el Cadel Evans pre-arco iris no ha desaparecido por completo: ayer sufrió primero y se resistió después a dar un solo relevo pese al beneficio que le podía haber supuesto. O que Vinokourov no es el hombre a batir. O que al «de menos a más» de Carlos Sastre aún le queda recorrido. O que algunos de los protagonistas de la algarada de L'Aquila morirán, si lo hacen, matando. O que a Garzelli y, sobre todo, Simoni, les pesan los años.

Bastantes cosas, en realidad, para el único puerto que despuntaba en los 205 kilómetros entre Ferrara y Asolo. Único, pero puñetero, porque el Monte Grappa se hizo eterno, por una vertiente y por la otra. En la primera, la de ascensión, Liquigas tomó la responsabilidad. Aumentó el ritmo y el pelotón principal empezó a perder unidades casi con la misma cadencia con la que engullía los restos de la escapada del día. A media subida era poco más de un puñado de hombres el que aguantaba a rueda de Nibali, Basso y su escudero Smyzd.

Para cuando se fundió el polaco, ya habían desaparecido el líder, Garzelli o Karpets. En cuanto Nibali tomó su relevo también lo hicieron Wiggins, que había probado antes con más fuego de artificio que efectividad, Tondo, Sastre o Vinokourov. Sólo le siguieron, de hecho, Basso, Michele Scarponi y, con el gancho, Cadel Evans.

Abrieron camino hasta la cima, mientras Sastre y Vinokourov intentaban aunar fuerzas por detrás. Cuarteto y pareja se rompieron en el descenso: por delante saltó Nibali, que ya no paró hasta la meta, y por detrás se marchó el kazajo, aunque ni siquiera logró mantener su desventaja, que superó el minuto y medio en línea de meta. Uno después llegaba el grupeto con el resto de hombres fuertes.

Incluyendo a David Arroyo que, a la espera de lo que pueda venir, tiñó su vida de rosa en Asolo. Con distancia considerable todavía respecto a candidatos más plausibles -entre cinco y ocho minutos con Sastre, Wiggins, Nibali, Vinokourov, Evans y Basso, aunque sólo dos sobre Tondo- pero demasiado terreno para defender el liderato.

Hoy mismo tendrá que hacer frente a uno de los platos fuertes del Giro: los 222 kilómetros entre Mestre y el Zoncolan, considerada la ascensión más dura del continente, con otros tres puertos de aúpa de por medio.

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