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CRíTICA cine

«Baarìa»

Koldo LANDALUZE

En su última etapa, Giuseppe Tornatore parece haberse decantado por un estilo sensiblero camuflado de cine de autor. Atrás quedan películas tan interesantes como “El profesor”, “Una pura formalidad” y, sobre todo, su aplaudida “Cinema Paradiso”. En esta oportunidad, y respaldada por la productora del todopoderoso crápula Berlusconi, Medusa Film, Tornatore ha querido ahondar mucho más en sus ambiciones históricas y ha elaborado un interminable filme-río a través del cual asistimos al periplo vital de una familia siciliana a lo largo de 40 años. Dicha excusa le ha permitido al cineasta abordar diversos episodios históricos muy determinantes que sacudieron los cimientos de Italia: El fascismo, la irrupción de los aliados durante la Segunda Guerra Mundial y la gran eclosión comunista y sindical que tuvo en la democracia cristiana –respaldada por la Mafia– uno de sus principales enemigos.

“Baarìa” pretende emular el colosalismo y la emoción que provocó en su día  Bernardo Bertolucci con el no menos monumental “Novecento”, pero se queda en un farragoso territorio de nadie por culpa de un discurso dubitativo e interesado que termina por tergiversar las intenciones de un discurso político-social que se advierte muy poco valiente. Ni siquiera el veteranísimo maestro Ennio Morricone consigue respaldar con su banda sonora los pasajes que lenta y cansinamente se desarrollan a lo largo de la trama, algo que, al contrario de lo que le ha ocurrido aquí, logró con creces en su composición para “Novecento”.

A lo largo de los 150 minutos que dura el metraje, el espectador se queda con un encadenado de postales costumbristas animadas por un discurso que, a ratos coquetea con la comedia negra, lo onírico, lo pintoresco y con la poética excesivamente amanerada y cursi. A falta de algo interesante con qué enriquecer el filme, Tornatore recurre a un juego de equívocos y trampas envueltos en un halo artístico que en momento alguno consiguen despertar el interés.

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