Pablo CABEZA | BILBO

Macarrada se forma en 2004 en Bilbo, cuando menos por el local de ensayo en Errekaldeberri, ya que un par de componentes viven en Ezkerraldea, otro en la zona minera y Tonino en un cámping costero. Con ironía, buen humor y fuertes punzadas contra el sistema, Macarrada se estrenan discográficamente en 2006 con «Mundialmente conocidos». Cuatro años más tarde llega «Ya está todo está escrito» (Maldito Records), doce canciones a ritmo punk-rock sin sorpresas, salvo por la hermosa balada que incluyen, versión de los alemanes Die Toten Hosen y que ya comienza a ser una de las canciones con más pegada en sus conciertos, algo así como cuando los RIP versionearon el «Solidarity» de los Angelic Upstarts en 1984.

«Ya está todo escrito» mantiene las claves del punk: ritmos rápidos muy a los ochenta, cruce de ritmos medios marcados, propios del género en su vertiente más clásica, y melodías y armonías con la inspiración habitual de Macarrada y el pasado de Parabellum.

¿Con los años de carretera que llevan se acaba el romanticismo de la música?

 No, hay que ser un romántico empedernido. Todo el mundo vive del músico: discográficas, editores, radios, revistas, camiseteros, promotores, tiendas de instrumentos, mánagers, roadies, salas de conciertos, locales de ensayo, estudios de grabación, transportistas, equipos, seguridad, técnicos, diseñadores, realizadores de videoclips... ¿Y quién es el último que cobra? ¿O el que pone cuando no hay? El capullete que un día dijo `voy a hacer una canción, cómo mola'. Confirmado, se puede vivir de la música, el único requisito es que no seas el músico. Y lo decimos nosotros que somos unos privilegiados, la peña que empieza tiene que flipar, esto es un hobbie muy muy caro.

¿Si todo está escrito, no se pierde la esperanza de secretos por descubrir, no se pierde la ilusión? ¿No estará hecho hasta lo que está escrito en este cedé?

Esperanza, ilusión... A estas alturas de la película todo nos resbala bastante. Nunca hemos pretendido innovar, ni renovar, ni investigar, ni nada por el estilo, hacemos lo que nos apetece cuando nos apetece; hacemos canciones en el local y las tocamos en directo. No nos gusta caer en los tópicos de siempre ni en el panfleto, pero somos conscientes de que a veces lo hacemos. En ocasiones, nos salen los temas punkis, a veces rockeros y muy directos y, otras, ni sabemos lo que decimos. Todo está escrito (en toda la música), pero el truco está en contar las cosas de una forma diferente para que parezca algo nuevo. Imagínate, tú ya has oído la misma historia mil veces y llego yo y te hago creer que la estás viendo de otra forma. ¿Cómo se hace? Ni idea, pero a veces pasa y entonces dices, `aquí hay un tema'.

¿Y cómo se sobrevive en un enfrentamiento tan desigual?

Macarrada, con el tiempo, se ha ido rodeando de amigos que nos llevan los «asuntos» y vamos encajando donde nos sentimos cómodos. Juanjo, Los Amanece, Maldito, gente que trata de vivir contigo en lugar de vivir descaradamente de ti. Y así vamos tirando poco a poco, lentos pero seguros, porque nos gusta, porque lo pasamos bien y porque nos da la gana. Es muy divertido ver a los grandes tiburones quejarse de que con la crisis está peligrando su estatus y pidiendo ayudas públicas, qué descaro.

¿Los festivales están salvando un poco la escena punk-rock?

Festivales que merezcan la pena hay muy pocos. El resto son festivales multitudinarios donde tocan (tocamos) siempre los mismos, donde las bandas suenan a rayos porque no se ha podido probar en condiciones o porque van a cobrar y a casita, donde los grupos poco conocidos tienen que tocar gratis o pagando, donde no puedes meter un botellín de agua y te sacan los ojos por una birra (...), donde te ponen un patatal para acampar y una ducha para cada 500 personas. Eso sí, con publicidad y sponsors por todas partes, chicles, videojuegos y camisetas de los Ramones... El punk rock ha sobrevivido gracias a la peña que se lo curra, al «háztelo tú mismo» y a la conciencia de movimiento. Hace más por la escena cualquier gaztetxe o cualquier radio libre que todos los «derrameviñapatatarocks» juntos. Y lo decimos sin acritud, sabiendo que formamos parte del negocio y siendo conscientes de que estos festivales tienen que existir porque a la peña le gusta ir. Hala, ¿a que ya no nos vuelven a llamar de ningún sitio de estos?