El estilo Imperio goza de renovado éxito. El pan y circo romano es un menú en boga en la tabla hexagonal. Es cosa hecha, París ha conseguido el gran premio. La Eurocopa 2016 vestirá bandera tricolor. A una semanas del arranque del Mundial, el palco de honor republicano aplaude la conquista.

Hacía falta un gran acontecimiento. Sarkozy se embala y afirma que «en Francia confiamos en el deporte para salir de la crisis». A falta de líderes, hacen caja los profetas.

Zidane acompaña al presidente en la campaña más importante, ante la UEFA, en Ginebra. Zizou es el compañero ideal, modelo de éxito de la «política integración». Es el Pelé francés, nada que con el «tocapelotas» de Thuram, que se permitió rechazar el puesto de «ministro de la diversidad» que le ofreció Sarkozy, predica por la justicia social y denuncia el racismo.

Eso es política. Y no. Aquí y ahora hablamos de fútbol, ese bálsamo que nos consuela a todos por igual. Si bajan los salarios, siempre nos quedarán los colores; si la hipoteca se nos atraganta, podemos soñar con el único hogar que cuenta, el nuevo San Mamés; si la edad para percibir una pensión se aleja, siempre podremos gritar juntos para remontar la moral a esos obreros del balompié que se jubilan tan ricamente antes de agotar la treintena.

«Cuando hay una crisis es precisamente cuando hay que movilizar al conjunto del país». Insiste Sarkozy, que no habla de las decenas de miles de trabajadores que han bajado a las calles en el primer asalto de un largo y difícil combate por preservar el sistema de solidaridad social que encarnan las pensiones.

Con el déficit por los aires, los presupuestos congelados y una política sostenida de eliminación de puestos de trabajo en el sector público, el Gobierno necesitaba que alguien le pitara un penalti a favor. ¿Cuánto habrá costado ganar esa votación en Suiza ? Pregunta improcedente.

Sarko se ha gastado 4 millones en otra campaña inteligente para convencernos de que si vivimos más, debemos trabajar hasta estirar la pata. En los spots no sale Zidane, los despedidos de «Conti» no lo entenderían. Los sondeos indican que la ciudadanía asume que «el cambio es inevitable». La manifa de Baiona peina canas. Los -40 han hecho mutis por el foro: o no curran, o no valoran esta lucha o no les seducen los métodos...

Pero ya está bien de crisis. Que empiece el partido. ¿Será Platini candidato al Elíseo? ¡Eup!