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Las entrañas del artista en un taller hecho museo

Sin vitrinas ni ningún otro tipo de separación entre el espectador y el artista. El nuevo Taller-Museo que Santxotena ha abierto en Artziniega ofrece una visita didáctica al génesis de la obra. Desde bocetos hasta esculturas, con esta nueva filosofía el público entenderá el proceso de creación. Si aún y todo queda alguna duda, no hay problema, el artista no estará lejos. Su lugar de trabajo está en el mismo edificio, y la puerta está abierta. En el Taller-Museo la curiosidad está permitida. Se puede preguntar, sugerir y, cómo no, tocar las esculturas, acariciar su textura.

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Itziar AMESTOY

Al entrar a un museo, las obras esperan al visitante. Las observa. Luego, generan en él algún estímulo que éste siente o entiende. El proceso en el Taller-Museo es diferente. Aquí se ofrece un viaje al inicio de la escultura, a «cómo la idea se va plasmando en diferentes formatos». Es el propio Xabier Santxotena quien nos explica la filosofía con la que ha inaugurado este nuevo centro en Artziniega.

La familia Santxotena crece con este tercer centro. En el Baztan están los dos primeros. El Parque-Museo situado en Bozate es una simbiosis de naturaleza y arte, «un homenaje a los agotes como habitantes del bosque». En Arizkun, Gorrienea es «la historia y la tradición». Y ahora Artziniega completa el triángulo recogiendo todos los pasos dados para la creación de una obra escultórica.

Proceso creativo

«Ideas, bocetos, desde el tratamiento inicial o el uso de materiales diversos, hasta la conclusión de la obra de arte», reza la carta de presentación del Taller-Museo. Para entender el porqué lo mejor es realizar la visita. La sala principal es amplia, con una rampa de acceso al segundo piso. En esta altura comienza el recorrido, después de haber visto un vídeo introductorio en el auditorio. La biblioteca es el primer paso. «La obra nace en un libro, en un testimonio, o en un concepto que quieres reflejar», explica Santxotena.

La primera concreción se observa en las vitrinas, repletas de bocetos. Agrupados en diferentes materiales, forman familias de esculturas. Madera, poliespán, cartón pluma, papel... cada zona tiene su estilo. «La pieza madre sale de aquí, y luego viene la escultura», relata el artista. Es el trabajo que ha ido guardando a lo largo de 40 años de carrera y que ahora está expuesto. El visitante puede así observar cómo nació una gran escultura que tiene expuesta en Artziniega o que ha conocido en el Parque-Museo del Baztan. La progresión de la idea misma se vuelve objeto expositivo.

Aún en el segundo piso, se observan bocetos más grandes. Se pueden observar pro-hombres ya creados y pro-mujeres con las que está trabajando actualmente. También se pueden ver obras del inicio de la trayectoria del artista, cuando estudiaba en la Escuela de Artes y Oficios de Gasteiz. Siguiendo el recorrido, esperan diferentes piezas como un homenaje a «Los Girasoles» de Vincent Van Gogh en madera de encina. Antes de descender al piso principal están los bocetos de las obras que se encuentran en el Parque-Museo. «La obra pequeña está en el piso de arriba», explica argumentando que la decisión es cuestión de peso. Se puede considerar que las visitas a los diferentes museos de la familia Santxotena son complementarias. Las piezas del Baztan tienen sus bocetos en Artziniega con lo que quien las conozca en Nafarroa puede completar su acercamiento viendo cómo surgieron. Y viceversa; quien haya visto un boceto puede querer conocer qué forma ha acabado adquiriendo.

Entre las obras se encuentra un homenaje a Oteiza. Fue en 1970 cuando ambos artistas se conocieron, momento en el que Santxotena se convirtió en un «destacado discípulo» del primero. Xabier resume cómo Oteiza le explicó el momento en el que decidió hacerse escultor. «De niño, estaba en la playa de Orio. Cavaba un hoyo, se metía y se hizo escultor por el espacio que veía cuando se metía y miraba al cielo». El boceto de la obra está en Artziniega. La mitología es otro de los temas que está «a flor de piel». «En Euskal Herria tenemos un mundo panteísta riquísimo. Llegó el cristianismo y esto se diluyó. Era una literatura oral que se ha ido trasmitiendo de abuelos a nietos». El calendario lunar o la espada de Rolando de Orreaga son otros de los temas que se pueden observar.

Desde el piso de abajo se puede pasear entre familias de esculturas. En cada zona una pantalla espera el dedo del visitante. En el video, es el propio artista quien explica los conceptos que intentan transmitir cada grupo de obras. En primer lugar piezas que hablan sobre las diferentes estaciones y momentos de la naturaleza, otra zona sobre el deporte, una denuncia al mundo político y a la sociedad por su incomprensión y desidia. Los videos desgranan los planteamientos de forma exhaustiva. Por aportar dos detalles, que se amplían en la visita, una zona compara dos religiones. Por un lado, el mundo panteísta de Euskal Herria y por el otro el cristianismo donde el artista refleja «mucha violencia». «La fusión de lo geométrico con lo orgánico, que son las formas redondas que tiene la naturaleza».

Por último, la zona central habla sobre la muerte.

Dos talleres

Pero no se trata de un museo al uso, sino de un Taller-Museo. Es precisamente este espacio el que une la relación del artista con el visitante. Se diferencian dos talleres; por un lado, el lugar de trabajo de Santxotena y por otro una zona en la que los niños y niñas que acudan puedan dar forma a sus propias creaciones. Xabier Santxotena explica que la idea es que acudan grupos provenientes de ikastolas a conocer el taller y a meterse ellos mismos en la piel del artista. Así, contarán con material que no cause daño para imaginar nuevas piezas. Incluso tienen una herramienta para cortar un tronco antes de empezar a trabajarlo. «Los niños tienen una imaginación tremenda. Les pones material y que ellos hagan lo que quieran», resume.

Asimismo, también existe la posibilidad de conocer el taller en el que Santxotena lleva trabajando varios años. El visitante podrá percibir su medio habitual de trabajo. Xabier explica que su puerta siempre ha estado abierta, si alguien quiere visitarle en Artziniega siempre acepta su entrada. Ahora el paso es publicitarlo, abrir aún más el taller. Es la tercera filosofía que quería incluir en el centro. La idea, explica, viene de los anteriores museos situados en el Baztan. La relación con los visitantes hizo que se le encendieran las ganas de abrir esta iniciativa. «Tener un museo cuando el artista ha fallecido», considera que está muy bien. Pero opina que tiene mucho más sentido hacerlo en el momento en el que está vivo. «La relación es muy bonita».

No esconde, tampoco, que es una relación de la que se benefician las dos partes. El visitante conoce y entiende cómo se ha creado la obra, pero Santxotena también está abierto a sugerencias del público que visite el taller. En las conversaciones que se irán dando en Artziniega habrá ideas nuevas o lecturas que iluminen al creador y que, a consecuencia, enriquezcan su pieza. El espacio, según explican sus responsables, «lleva aparejada a su proyección cultural una labor educativa, no menos llamativa, importante e innovadora en la que el visitante puede observar, percibir, acariciar la obra».

La posibilidad de tocar las piezas es otro distintivo del nuevo centro. «La madera es sensual», considera Santxotena. De hecho, parte de la curiosidad que proyecta una pieza en el museo despierta las ganas de tocarla, de conocerla a través de otro sentido. «Basta que te apetezca, para que te digan que no se puede». En el Taller-Museo no es que se permita, sino que se invita a hacerlo. Son piezas hechas para ser acariciadas.

Un escultor orgulloso de su pasado de agote

El Parque-Museo es por un lado una simbiosis entre la naturaleza y el arte, pero por el otro, un homenaje a los agotes, «los habitantes del bosque». Xabier Santxotena, perteneciente a una familia tradicionalmente vinculada a la artesanía de la madera, reivindica su origen agote. «Nosotros veníamos de Occitania, somos cátaros». La relación con Bozate, barrio de Arizkun en el que vivieron, se suele situar en el siglo XVI, pero Santxotena explica que el origen es previo, que existe un documento del año 1000 que lo avala. Se han desarrollado varias teorías sobre el origen. Los agotes siempre han vivido «vetados por la sociedad civil». «Éramos leprosos, pero era una lepra espiritual». Después de estar obligados a convertirse al catolicismo, en las iglesias solían tener su propia puerta de acceso, ya que tenían prohibido mezclarse con la gente no agote. Así, tenían su propio espacio para escuchar misa y no podían acceder a la parte delantera del templo. Tras siglos en los que han sufrido una fuerte discriminación, en los últimos años se está llevando a cabo una labor de memoria histórica que reivindique su posición. Diferentes trabajos literarios, así como la película “Baztan”, rodada recientemente, recuperan la tradición de este grupo de gente. Santxotena, y el otro museo, ha sido una de las caras más visibles en esta reivindicación. «Cuando vas a Bozate, ves la habilidad que tienen todos trabajando la madera», explica orgulloso. «Todos somos artesanos». I. A.

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