GARA > Idatzia > Mundua

De trileros y órdagos en la carrera por el arma atómica

Dabid LAZKANOITURBURU

Periodista

La cuestión de los arsenales nucleares en el mundo se asemeja a una partida de naipes en la que todos hacen trampas.

Los que más potencial atómico tienen van siempre de mano y deciden quién juega o no desde su atalaya del Consejo de Seguridad de la ONU. Entre ellos el campeón es EEUU, paladín con Obama de un desarme mundial cuando -paradoja- nadie iguala su temible arsenal.

Hay países que se sentaron a la mesa sin permiso oficial (India, Pakistán) y reciben cartas sin respetar las reglas al negarse a firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear.

La palma se la lleva Israel. Potencia nuclear en toda regla, calla y a la vez manda callar al público que observa la partida cuando alguno de los asistentes muestra pruebas de que estuvo a punto de vender a la Sudáfrica del Apartheid unas cartas (ojivas nucleares) que oficialmente no posee.

Pero su pareja en el juego (EEUU) lo sabe y no le hacen falta ni señas para saber que su socio tiene jugada. Y que está dispuesto a hacer todo lo posible para que no le salgan rivales en la región.

El principal, Irán, pide constantemente cartas para ganar tiempo y lograr la jugada (la bomba atómica) que le permita entrar en liza en igualdad de condiciones sin tener que aceptar órdagos que, sabe, tendría perdidos de antemano.

Porque la mentira forma parte del juego. Pero calculada. Más visto lo que le pasó al Irak de Saddam Hussein, que trató de zafarse de la presión aireando el rumor de que tenía jugada. Sus enemigos sabían que era farol pero le siguieron el juego. Y se sacaron un as de la manga. Saddam acabó colgado. E Irak, borrado del mapa.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo