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Asumimos que rectificamos

Nada menos que 732.000 euros se han pagado por esta pieza fabricada en 1839 por el cuñado de Daguerre y que supuso el paso de la fotografía experimental a la comercial.

Antonio

ALVAREZ-SOLIS

Periodista

Amí esto de ser español, aunque mi abuela alemana se empeñara en otra cosa, me trae muy confuso. Sobre todo porque muchos españoles no saben español, es decir, el significado profundo del idioma que hablan. Los políticos que se ocupan ahora de nosotros dicen cosas que no hay forma de encajar en ninguna lógica interna de la frase. Hace dos o tres días el Sr. Rodriguez Zapatero dijo algo formalmente aceptable, pero lógicamente inadmisible: «Asumimos que rectificamos». En apariencia, el breve texto es de agradecer. Alguien rectifica y en vez de empeñarse, como la ministra de Economía, en que España es solvente, cuando no hay un duro ni en la Hacienda pública ni en una serie de instituciones bancarias, aclara que las cosas no debieron hacerse o decirse así. Esto está bien. Pero a continuación se plantea el problema de la logicidad de la afirmación. ¿Puede un Gobierno decir en torno a una materia fundamental, como es el endeudamiento municipal, que ha rectificado respecto a la disposición publicada en la Gaceta de Madrid y que esos gastos pueden hacerse aún y que más adelante ya se verá? He insistido muchas veces en que la esencia de la política es el acierto. Puede equivocarse un médico, un ingeniero, un contable, pero no un gobernante, porque ha sido elegido para acertar. El gobernante no opera, no contabiliza, no lleva pleitos, no edifica puentes, cosas en las que si se equivoca ha de rectificar. El gobernante hace aciertos o impide que toda la sociedad deje de funcionar. El gobernante es un dios manes, un dios del hogar; sin él no hay fuego en la cocina. ¿Puede asumirse eso y seguir ahí?

 
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