La Real será equipo de Primera el próximo domingo si gana el sábado en Cádiz y no lo hacen algunos de sus directos rivales porque no falló ayer y mantiene una ventaja de cinco puntos reales sobre Cartagena y Betis cuando sólo faltan nueve por disputarse. Sólo el Elche falló y deja de ser un rival directo.

La sed de ascenso de la Real acabó con 346 minutos de sequía goleadora y la Real hizo valer su fortaleza en Anoeta para conseguir la primera de las dos victorias que garantizan el ascenso. El estadio registró su mejor entrada de la temporada, pero la clave no estuvo tanto en la grada como en la respuesta de un equipo que volvió a estar a la altura de lo que un partido tan importante exigía. El Villarreal B fue un equipo superior, pero si algo tiene esta Real es su competitividad, que le lleva a sobrevivir cuando peor está y a ganar cuando más lo necesita.

El mayor exponente de esa respuesta en los momentos crítico fue Mikel González. Vivió el peor cuarto de hora de su carrera y eso que su debut en la Real no fue fácil. Pero se sobrepuso y dio la victoria a su equipo con su primer gol como blanquiazul. Y la Real ganó, como en 13 de los 17 partidos anteriores en Anoeta, en los que sólo sobraron tres empates y una derrota.

Malo será sacar la conclusión de que se ganó porque a Anoeta fueron 4.700 espectadores más que en un viernes ante el colistas y se hizo una recaudación ridícula cuando se necesitaba ayer tanto la victoria como una buena inyección de dinero.

Porque si el fútbol siguiera esa lógica los clubes no cobrarían entradas y en lugar de pagar millones a los jugadores ficharían a personas que fueran a animar a su equipo e intimidar al árbitro y al rival. Y ningún contrario ha jugado más cómodo en Anoeta, nunca ha sido tan desbordada la Real ni el árbitro se dejó influir demasiado.

Un partido de gran valor

La lógica del fútbol es otra. El club que tiene más dinero ficha mejores jugadores y generalmente gana más partidos. Por eso todos deberíamos trasmitir, y el Consejo el primero, aunque no sea popular, que cuanto más dinero se recaude en abonos y taquillas más posibilidades habrá de ganar. Porque el partido de ayer, en el que la Real marcó sólo a balón parado- confirmó que hay que fichar gol para el año que viene y eso cuesta mucho dinero y vivir el partido de ayer en la mejor tribuna no puede costar treinta veces menos de lo que se pagó por una localidad de cancha de la última final del Manomanista o menos que ir a cualquier cine. Porque por el partido merecía la pena pagar, sobre todo porque la Real tuvo que ganar a un gran equipo que lo dio todo por ganar con la tranquilidad de saber que no tenía nada que perder.

El Villarreal B se adueñó del balón de salida y del centro del campo al aprovechar su superioridad numérica que buscaba al colocar muy centrados a cuatro centrocampistas que combinaban con facilidad ante unos pivotes realistas que estaban desbordados. Cuando movían lo suficiente el balón buscaban sistemáticamente a Jefferson Montero, que se situó como delantero izquierdo para aprovechar las dificultades de Mikel González en el lateral. Lasarte no quiso colocar a Dani Estrada porque prefirió utilizar a jugadores más rodados y recuperar la fortaleza de Labaka en el juego aéreo y el primer cuarto de hora convirtió esa apuesta en una odisea para el arrasatearra, que vio cómo Montero le superó en las seis ocasiones en las que lo encaró.

Y para una vez que los peloteros amarillos no buscaron la banda izquierda, encontraron a Marcó Rubén en una clara situación que sólo desbarató Labaka cuando el balón entraba en la meta de un superado Eñaut.

El partido pintaba muy mal hasta que Del Cerro Grande pitó un penalti que no lo pareció que Xabi Prieto trasformó a lo Panenka. Ese tanto hizo que la Real cogiera el pulso al partido y hasta Mikel González encontraba la distancia en la que esperar a Jefferson Montero.

Pero cuando empezaba a controlar el partido el árbitro quiso compensar esa pena máxima con otra discutible pitada a Ansotegi y el primer tiempo acabó como empezó, con el Villarreal como dueño del balón, aunque Bueno tuvo una buena opción a centro de Alberto de la Bella.

El segundo tiempo comenzó mejor porque enseguida llegó el gol de Mikel González y, a partir de ese momento, la Real sacó a relucir esa capacidad de sacrificio que ha caracterizado históricamente a este equipo para mantener el resultado, ayudado con una gran parada de Zubikarai a remate de Gerard.

El equipo se multiplicó en defensa y no concedió más opciones de gol e incluso Bueno, que no quiso dar el balón a Zurutuza en mejor situación, y Nsue tuvieron las mejores oportunidades para sentenciar. No lo hicieron y tocó sufrir. Ese es el sino de este club. Y además, tras mucho sufrimiento las victorias saben mejor, sobre todo cuando acercan tanto a la Primera.