Maite SOROA | msoroa@gara .net
Las inquietudes de Ezkerra y Pagaza
Ayer, como tantos otros días, ETA ocupaba buena parte de los espacios dedicados a la opinión en la prensa hispana.
Iñaki Ezkerra, en «La Razón», lamentaba lo poco que se valora a Antonio Basagoiti, adalid en la lucha contra un proceso de normalización política: «en ningún momento echan la menor flor al cambio vasco y a quienes lo han hecho posible. Parece lógico pensar que alguien que estuviera tan preocupado por ETA tendría que ser el primero en valorar lo que a todas luces es un paso histórico contra ETA, como contra el nacionalismo que creó a ETA y que le ha dado calor». Ya ven que el problema de fondo es el nacionalismo. El vasco, por supuesto.
Ezkerra insiste en una tesis que viene repitiendo como el raca-raca: «sería un error de Zapatero que negociara o, sin negociar, le diera a ETA el billete para las municipales y echara por la borda ese cambio en Euskadi, el único verdadero éxito político que ha tenido desde que llegó al poder y que podrá poner en la balanza para contrapesar sus innumerables errores».
En «El Correo Español», Maite Pagazaurtundua alertaba sobre la posibilidad de una solución: «El objetivo final con respecto a la sociedad vasca puede ser el de un final absolutorio que no haga perder un minuto mirando al pasado real. Un final digno para los estrategas de la noria del adoctrinamiento y reclutamiento de niños soldado para ETA. Absolutorio para los que les han votado por sentimentalismo político, banalizando la crueldad. Pero, sobre todo, laudatorio y honorífico para los vascos que no afearon jamás a un proetarra por su ideología asesina, pero que compartían chistes, pan, vino y las cocochas al pil pil». Coincide con Ezkerra.
Y lo que no quiere Pagazaurtundua es que una eventual modificación del famoso «Plan para la Deslegitimación de la Violencia» suponga «cerrar con siete llaves la puerta que les llevaría a asomarse a su imagen sonriente en las escenas cotidianas y en nuestras fiestas populares: tamborradas, carnavales, partidos de fútbol, partidos de pelota, concursos de bertsolaritza, korrikas... en las que casi nunca faltó la manipulación de los compañeros de los asesinos». Están inquietos.