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Análisis

Una vez más Israel se permite hacer gala de su impunidad

Puede que esta vez Israel haya mordido un bocado más grande del que pueda tragar al atacar un barco turco, un Estado cuyo liderazgo como referente entre la población musulmana crece en los últimos tiempos.

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Martxelo DÍAZ

El autor destaca que el Estado de Israel ha jugado la baza de la impunidad, que le ha permitido en las últimas décadas conculcar los derechos humanos sin recibir la mínima sanción por ello.

Una vez más Israel ha demostrado que respetar la legalidad internacional es algo que no van con ellos. Más allá de si el ataque contra la flotilla se ha producido en aguas internacionales, violando una vez más las normas, o en las aguas gazatíes que el Estado sionista ocupa y bloquea ilegalmente, lo cierto es que el Ejército israelí ha atacado mediante la fuerza una caravana pacífica que se dirigía a Gaza para denunciar el criminal bloqueo al que el Estado sionista somete a la población de ese territorio palestino.

Israel ahora trata de justificar el ataque pirata que ha de llevado a cabo. Escuchamos versiones como que tenía que comprobar que esa flota no llevaba armas a Hamas, que sus pobrecitos soldados fueron atacados cuando abordaron ilegalmente el barco o que es falso que la situación que vive la población de Gaza sea de emergencia humanitaria y que esa denuncia únicamente responde a propaganda antisionista e islamista.

Los del barco eran islamistas y amigos de Hamas, dice Israel. Amigos del «terrorismo». ¿Tanto como los portavoces de UPN que votaron ayer a favor de la moción que aprobó el Parlamento navarro en apoyo a quienes se dirigían a Gaza? Todos son «terroristas» menos yo, dice Israel, a pesar que mantiene el bloqueo a Gaza, construye colonias ilegales y levanta un Muro del Apartheid.

Decir que unos pobrecitos soldados de élite iban a ser linchados por unos malvados activistas pacifistas, a quienes habían abordado su barco, con palos que por eso mataron a 19 personas deja en evidencia el verdadero carácter de Israel y de la ideología sionista que lo sustenta.

Una vez más lo cierto es que Israel ha actuado contra la legislación internacional sabiendo que está amparada por la impunidad que le otorgan los estados occidentales, liderados por su incondicional aliado, EEUU.

La esperanza es que en esta ocasión, por una vez, Israel reciba el castigo que le corresponde por atentar contra la legislación internacional. Puede que esta vez Israel haya mordido un bocado más grande del que pueda tragar al atacar un barco turco, un Estado cuyo liderazgo como referente entre la población musulmana está creciendo en los últimos tiempos -como demuestra el reciente acuerdo nuclear con Irán- y cuyos habitantes veían con malos ojos la hasta ahora cordial relación que mantenía con el Estado sionista.

Del mismo modo, en los países occidentales, la población civil tiene la responsabilidad de presionar a sus dirigentes, los mismos que acaban de aceptar a Israel como miembro de la OCDE, para que castiguen al Estado sionista. Israel no puede ser considerado como un Estado democrático mientras conculque los derechos humanos del pueblo palestino y realice ataques indiscriminados como el que acaba de realizar. La única respuesta posible es que los estados sancionen a Israel. A los ciudadanos nos queda la movilización para reclamar estas medidas y reforzar el boicot.

Hasta el momento, la reacción de varias diplomacias europeas se ha limitado a llamar a los respectivos embajadores a consultas y a condenar lo sucedido. El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, al igual que otros colegas europeos ha calificado lo sucedido en el Mediterráneo como «desproporcionado».

¿Si Israel hubiera matado sólo a tres solidarios hubiera sido un ataque proporcionado? ¿Cinco muertos eran admisibles?

El mero hecho de abordar en aguas internacionales un barco indefenso es un crimen en sí mismo. Como lo es bombardear con fósforo blanco a la población civil, como Israel hizo el año pasado.

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