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Análisis | reforma de las instituciones francesas

Boca pequeña en París, presuntuosos en Ipar Euskal Herria

La semana pasada, la Asamblea Nacional debatió la ley de reforma de las instituciones territoriales francesas. Los diputados Poulou y Lassalle pidieron, por lo menos, el mantenimiento del estatus actual para Ipar Euskal Herria. Sólo han traído una vaga promesa oficiosa.

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Arantxa MANTEROLA I

Hace ya muchos años -siglos dirían algunos sin faltar a la verdad- que los territorios de Ipar Euskal Herria intentan reagruparse en una entidad jurídico-administrativa propia, aunque el Estado francés sigue sin atender la secular reivindicación. La semana pasada se vivió un capítulo más de ese ya largo camino que no acaba de cuajar. Al albor del debate en la Asamblea Nacional del proyecto de ley de reforma de las instituciones territoriales, los tres diputados que representan a la ciudadanía vasca «subieron» a París para «defender» la petición de un reconocimiento jurídico propio para Lapurdi, Nafarroa Beherea y Zuberoa.

No lo hicieron, bien es verdad, de motu proprio, sino más bien por requerimiento del presidente del Consejo de Electos, Jean-Jacques Lasserre y el del Consejo de Desarrollo, Jean-Baptiste Etcheto, que les habían instado a presentar tres enmiendas para ver si, con ciertas adecuaciones a la figura del «polo metropolitano», contemplada ya en el texto legislativo, podía «colar algo» que contentase a la cada vez más extendida reclamación.

Error de cálculo. Dos de las tres enrevesadas enmiendas ni siquiera superaron el escollo de la comisión y sólo una -que sin las otras dos ya no tenía razón de ser- llegó al plenario legislador. Aún así, Daniel Poulou (UMP) y Jean Lassalle (MoDem) pidieron intervenir. El diputado y alcalde de Baiona, Jean Grenet, estuvo «missing» durante los dos días del debate.

Los diputados vascos intervienen rara vez en el hemiciclo francés y, en el tema que nos ocupa, aún menos, por no decir nunca. Visto el decepcionante resultado, quizás mejor porque no sirvió sino para aportar más confusión a un tema que exige, precisamente, todo lo contrario.

Pero, claro, visto el panorama de que el exiguo reconocimiento actual a través de la estructura de pays del que emana el Consejo de Electos y el Consejo de Desarrollo va a hacer aguas en cuanto se aplique la reforma, había que decir algo. Y lo hicieron, pero eso sí, con la boca pequeña. Ninguna referencia a la inapropiada petición de polo metropolitano; tampoco a un departamento, estructura que se va a venir a menos con la nueva ley y que, prácticamente, nadie reclama ya. Y, por supuesto, menos todavía, a una colectividad territorial, posibilidad que, aunque un tanto ambigua, recoge la Constitución. Solo un tímido ruego de que se mantenga, por lo menos, el estatus actual o algo similar para salvaguardar la «especificidad vasca». De pena.

La actitud pusilánime de los electos, cuya función, teóricamente, es llevar la voz de sus conciudadanos a las esferas decisorias no ha sido una sorpresa para nadie. Y es que, ¿cómo van a convencer a sus colegas legisladores de algo que ellos mismos no creen?

Sin embargo, lo pasmoso ha sido ver la carrera de los dos diputados por apropiarse la autoría de haber «arrancado» al secretario de estado para las Colectividades Territoriales una «promesa oficiosa» -que nadie ha corroborado por ahora- de que se creará un «sindicato mixto» para los tres herrialdes.

Otro remiendo abstracto que no responde, ni a nivel de reconocimiento territorial ni a nivel competencial, a los retos que debe afrontar Ipar Euskal Herria en todos los ámbitos. De hecho, la plataforma Batera, el colectivo Autonomía y el PNB ya la han dado por no válida. Sólo Lasserre y Etcheto lo han recibido con satisfacción, porque les permite conservar así su chiringuito.

No es que se esperase de los diputados el coraje mostrado en su día por Dominique Joseph Garat, cuando pidió a Napoleón, tras la revolución de 1789, que los territorios vascos fuesen declarados una federación (Nueva Fenicia), o, más tarde, tras la II Guerra Mundial, por el diputado de Baigorri Jean Etcheverry-Ainchart, que reclamó un Estatuto de Autonomía, pero bien podían haber tenido una pizca de pundonor y no intentar vender como un logro algo que no se sabe, ni tan siquiera, si se concretará en algo.

Definitvamente, han subido a París, pero no han estado a la altura ni del momento actual ni de la demanda que se realiza desde Ipar Euskal Herria.

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