Festival Internacional de Nuevos Talentos Escénicos
ACT abraza las inquietudes y la desazón de los emergentes
Carlos GIL I
Afalta de una, dos sesiones de inauguración de la séptima edición de ACT, el Festival Internacional de Nuevos Creadores Escénicos, en Barakaldo y en Kafe Antzokia, para dar la bienvenida a los participantes con una escena de toques surrealistas y dar paso a las actuaciones.
Los ganadores del año anterior abrieron las representaciones, tanto con la pieza ganadora, “Los jóvenes no saben lo que es llorar ni pasarse la vida corriendo”, de Elena Ladolorosa & David Quincoces, como en el caso de Meritxell Checa, que ofreció una pieza nueva, titulada “Last Picture”, un unipersonal muy elaborado, dejando claras muestras de su capacidad para crear figuras espaciales y de interrelacionarse con el vídeo pregrabado creando una suerte de diálogo emocional, bien resuelto en cuanto a intensidad.
El vídeo parece enseñorearse de este Act, y la primera pieza que vimos, fue de vídeo-danza, “Uniforme Sierra”, de Sigridur Sofía, utilizando un pozo de montaña como escenario y jugando con las perspectivas de exterior e interior de la masa acuática. El vídeo se convierte en un elemento discursivo, tomando relevancia casi fundamental en “I Live”, presentada a concurso en Laburract por Daniel Almgranrecén, en donde, además, se incorpora una mirada paródica a la danza clásica y sus rituales de ensayo, y que se convierte en un juguete interdisciplinar, aunque parezca mucho más interesante su intención que su resolución escénica.
La coreana Jeen Seon Park ofreció una pieza corta, “Dance we”, muy bien planteada en cuanto a sus concepción coreográfica y mostrando su gran facilidad comunicativa, logrando encandilar por su limpieza en todos sus movimientos, la elegancia y seguridad en todas las acciones y la coherencia interna de la pieza.
Cerró la sesión, también a concurso, “---” de los kosovares Hana Qena en la dirección y Alban Zogaj en la interpretación, inspirada en poemas de Sylvia Plath, que se nos antojó que incidía de manera desmesurada en una perspectiva reiterativa, obsesiva, muy basada en un texto dicho en inglés que no alcanzaba a metabolizarse en el actor de manera que pudiera conmocionarnos.
Entrega absoluta, mensaje de desazón, una mirada sobre el mundo y sus habitantes que corroe la esperanza.
Afalta de una, dos sesiones de inauguración de la séptima edición de ACT, el Festival Internacional de Nuevos Creadores Escénicos, en Barakaldo y en Kafe Antzokia, para dar la bienvenida a los participantes con una escena de toques surrealistas y dar paso a las actuaciones.
Los ganadores del año anterior abrieron las representaciones, tanto con la pieza ganadora, “Los jóvenes no saben lo que es llorar ni pasarse la vida corriendo”, de Elena Ladolorosa & David Quincoces, como en el caso de Meritxell Checa, que ofreció una pieza nueva, titulada “Last Picture”, un unipersonal muy elaborado, dejando claras muestras de su capacidad para crear figuras espaciales y de interrelacionarse con el vídeo pregrabado creando una suerte de diálogo emocional, bien resuelto en cuanto a intensidad.
El vídeo parece enseñorearse de este Act, y la primera pieza que vimos, fue de vídeo-danza, “Uniforme Sierra”, de Sigridur Sofía, utilizando un pozo de montaña como escenario y jugando con las perspectivas de exterior e interior de la masa acuática. El vídeo se convierte en un elemento discursivo, tomando relevancia casi fundamental en “I Live”, presentada a concurso en Laburract por Daniel Almgranrecén, en donde, además, se incorpora una mirada paródica a la danza clásica y sus rituales de ensayo, y que se convierte en un juguete interdisciplinar, aunque parezca mucho más interesante su intención que su resolución escénica.
La coreana Jeen Seon Park ofreció una pieza corta, “Dance we”, muy bien planteada en cuanto a sus concepción coreográfica y mostrando su gran facilidad comunicativa, logrando encandilar por su limpieza en todos sus movimientos, la elegancia y seguridad en todas las acciones y la coherencia interna de la pieza.
Cerró la sesión, también a concurso, “---” de los kosovares Hana Qena en la dirección y Alban Zogaj en la interpretación, inspirada en poemas de Sylvia Plath, que se nos antojó que incidía de manera desmesurada en una perspectiva reiterativa, obsesiva, muy basada en un texto dicho en inglés que no alcanzaba a metabolizarse en el actor de manera que pudiera conmocionarnos.
Entrega absoluta, mensaje de desazón, una mirada sobre el mundo y sus habitantes que corroe la esperanza.