Se acabó. París ya lo ha decidido. Ni departamento para Ipar Euskal Herria, ni mucho menos autonomía, ni siquiera el paupérrimo «pays», ese conejo administrativo que se sacaron de la chistera para ver si podían acallar la reivindicación cada vez más socializada de una institución propia para las provincias de Lapurdi, Nafarroa Beherea y Zuberoa. Rien de rien. La República da marcha atrás y retrocede veinte años, un periodo durante el que representantes de todo el arco político de Iparralde buscaron dotar a este territorio de una estructura de gestión económica y social propia. París les concedió para ello una estructura legal, la del «pays», que sin ser una institución al uso permitió una mínima cohesión de las tres provincias vascas en torno a una serie de proyectos culturales, lingüísticos, económicos, sociales a través del Consejo de electos y del Consejo de Desarrollo. Y ello con el absurdo de tener que designar a este territorio pays Pays Basque.

Pero se acabó. El proyecto de reforma territorial que está a punto de aprobarse en el Parlamento francés, además de ignorar las demandas de la mayoría social y política vascas a favor de una institución propia, prevé la desaparición de estructuras como la del «pays». La República, que anunció su deseo de hacer reverdecer y florecer su estructura jacobina, se encierra en sí misma para adentrarse en un nuevo y sombrío invierno centralista. Se miró al espejo y se asustó. No quiere acabar como su vecina, Espagne, que ha acabado pegada al culo del Pays Basque. Prefiere que sea el Pays Basque el que siga estando pegado al suyo, cual grano. Por muy molesto que pueda llegar a ser.