La Diputación de Gipuzkoa está habilitando un sendero peatonal entre Hondarribia y Saturraran, con el fin de poner en valor el patrimonio natural y las áreas recreativas de la costa guipuzcoana. Este proyecto, que ha resultado polémico con diferentes alegaciones y demandas, está finalizado en el tramo Faro de Higer-Pasai Donibane. Es un camino fácil de seguir por la concepción de su trazado, que ha recuperado rutas clausuradas por la maleza, permitiendo disfrutar de la franja marítimo-terrestre y manteniendo sin actuar en ramales con senderos o pistas correctos, salvo pequeñas mejoras puntuales, como pasarelas o puentes de madera, sin impacto.

Dado que los aficionados ya pueden completarlo, para «Mendia» dedicamos esta singular ruta, atractiva, deportiva y que satisface a los amantes del caminar por la montaña, ofreciendo otra perspectiva del fantástico escenario que es Jaizkibel en su sector norte, amenazado con una transformación que, si ve la luz, lamentará siempre la sociedad.

El camino nace tras superar el puerto nuevo (kai-berria) en el Castillo de San Telmo. Es inconfundible, por su ancho trazado y su color blanquecino. Los primeros compases evitan la carretera y permiten al excursionista disfrutar de las calas de Asturiaga (los frailes) hasta alcanzar el faro de Higer por su parte trasera. Tras el camping vuelve a aparecer Talaia, que ha recuperado el antzinako bidea y que en un diente de sierra permite caminar al borde de las numerosas bahías (Esteko, Baxuko, o las puntas de Txugur, Madarranas o Kapelaundi, entre otras, inolvidables para los veteranos), que en los últimos años no se disfrutaban al caminar por la horrorosa pista paralela. Al excursionista le acompañarán dos bandas blancas, que marcan la senda litoral, con las que llegará con Talaia, por Artzuko Portua (el Molino), Marla y «los prados irlandeses vascos» hasta la punta mas audaz de la costa, Biosnar. Ésta marca el cambio de rumbo en el litoral amable del Jaizkibel, una explosión sensual de belleza natural, con el océano como espectáculo incomparable, en calma o bravío. Si se organiza la marcha con un día brillante, soleado y si es con viento sur es insuperable, porque la danza de colores es una función sobrenatural. Curiosas formaciones geológicas con tonos sorprendentes se irán sucediendo como si de un festival inhabitual se tratara.

A la altura de Biosnar el mendizale deja la senda litoral, que a partir de aquí es descubrimiento, exploración y aventura, abrupta y salvaje. El recorrido gira hacia el sur por una preciosa pista recuperada, ascendiendo con suavidad por una herbosa ladera, disfrutando de los profundos barrancos, valles colgados desde su cabecera descubriendo una insospechada orografía quebrada (es el único punto, que puede hacer dudar, hasta que se señalice).

En el cruce de caminos, aparece la referencia, la rueda de Gaztarrotz, en el paraje conocido como Aierdi. Continuará el deportista la marcha por la pista al W (Donibane) y a los pocos minutos aparece nuevamente Talaia que, a través del bosque, dibuja una nueva variante, con encanto. Es un inteligente trayecto, que entre los cerros de Artzain (Mendiburu) y Tximistarri alcanza la carretera, que se atraviesa, para tomar el itinerario clásico de los torreones utilizando el viejo sendero, donde correctamente no se ha actuado. En el último, de nuevo surge el Talaia, que dirigirá al excursionista por las cercanías de Cantina Elena, rodeando el monte Mitxitxola por la derecha, al último tramo de esta vía. La magnifica senda en balcón, bajo la cresta de gallo de La Bancha del Este o Araundo Haundia, para algunos algo expuesta, se ha mejorado, para disfrute total quitando riesgos, con varios pasamanos y escalones naturales para alcanzar el semáforo, sobre la bocana del puerto y frente a los farallones de Ulia. Por el atractivo paseo marítimo, hasta la plaza del casco urbano, andará el viajero los últimos metros de esta hermosa travesía, para en la terraza de una de las tabernas descansar recordando la recomendable jornada.