Helen Groome Geógrafa
Alta lentitud
Queremos ir a velocidad lenta, pero con garantías de llegar sanas a nuestro destino. No entendemos la alta lentitud en la búsqueda y ejecución de soluciones a nuestras necesidades que demuestran determinados elementos políticos
Es increíble ver cómo elementos políticos se aferran a proyectos de alta velocidad y se desentienden de situaciones comprometidas que implican alta lentitud. No me malinterpreten: no estoy sugiriendo que todo tiene que ir a alta velocidad, sino que más bien denuncio la marginación de proyectos que implican ir despacio, mediante la ralentización de su financiación, ejecución o apoyo.
No tengo que salirme de la margen izquierda (del Nervión) para poner ejemplos. En un extremo geográfico tenemos el municipio de Muskiz, donde toda una serie de barrios (Los Vahos, Nesilla, Santelices...) están que trinan porque el trozo de carretera que les une entre sí y con el núcleo urbano central de Muskiz no tiene ni una miserable acera. Eso es algo que no tenía excesiva importancia cuando tanto el volumen del tráfico como la velocidad de éste eran bajos, pero hoy es un problema, ya que el empleo de los medios de transporte más sostenibles que se conocen, el caminar y el andar en bicicleta, suponen, hoy día, optar por practicar un deporte de alto riesgo.
Fuera bromas. La falta de sensibilidad de los responsables políticos, directos e indirectos (Diputación y Ayuntamiento), con el problema que supone este tramo de la BI-2701 implica que menores y mayores de edad por igual se juegan la vida a diario al usarlo: dos veces al día para alcanzar la parada del autobús escolar, para ir a Muskiz de recados, para ir a trabajar... Cruzan dos camiones, incluso dos coches y cualquier peatón corre el riesgo de quedarse aplastado contra la roca o contra las vallas metálicas, según en qué lado de la carretera se encuentre. Lo que saca a la gente de quicio es la extrema lentitud con que reaccionan las instituciones. A pesar de jugarse la vida por querer andar, la solución de sus problemas ni siquiera está en el horizonte político.
En el otro extremo de la Margen Izquierda tenemos el municipio de Karrantza. Es notorio que cada tanda de familias que ven entrar en el colegio a sus descendientes se escandaliza ante la falta de acera desde el aparcamiento público del barrio de Kontxa y el complejo escolar a unos 300 metros. Te juegas la vida andando por ese tramo de la BI-4627. Mi hija está a punto de olvidarse de la ESO y llevamos 13 años con este tema «pendiente». Y como nuestras familias, otras lo intentaron antes.
Ya no vale el ping-pong habitual entre ayuntamientos y Diputación: que si una institución tiene dinero pero no las competencias, que si nadie tiene dinero, que si uno tiene la competencia pero no la prioridad... Eso ya no vale. Lo que vale es que hagan las cosas por las que les pagamos: solucionar nuestros problemas, incluso aquellos que no implican pingües beneficios para empresas amistosas. Queremos andar. Queremos ir a velocidad lenta, pero con garantías de llegar sanas a nuestro destino. No entendemos la alta lentitud en la búsqueda y ejecución de soluciones a nuestras necesidades que demuestran determinados elementos políticos. ¿O es que alguien tiene que morir primero?