Los talibán vuelven a demostrar su posición de fuerza en el cenagal afgano
La muerte de trece soldados de las fuerzas ocupantes en Afganistán en dos días pone de manifiesto el desafío al que se enfrenta el Gobierno afgano, que intenta abrir un diálogo con los talibán en un momento en que éstos parecen encontrarse en una posición de fuerza.Karim TALBI (AFP) |
El lunes se convirtió en la jornada más sangrienta para las fuerzas de la OTAN en Afganistán durante casi dos años con la muerte de siete soldados estadounidenses, dos australianos y un francés muertos en enfrentamientos y por la explosión de bombas artesanales, el arma más letal y la predilecta de los talibán en el sur y este del país. Ayer, otros dos militares de la OTAN fallecieron al estallar un artefacto artesanal en el sur y un tercero, británico, murió en combate en Helmand.
Estas muertes se produjeron al día siguiente de que la ISAF, la misión militar bajo mando de la Alianza, perdiera cinco soldados.
En los últimos meses, cada día mueren allí una media de entre uno y dos militares ocupantes.
Este incremento no es una sorpresa. La misión de la OTAN ya lo había previsto tras el envío de 30.000 militares de EEUU de refuerzo, hasta alcanzar en verano los 150.000 efectivos.
Pero mientras las fuerzas de la OTAN se dotaban de vehículos cada vez más blindados, los talibán multiplicaron el uso de bombas indetectables (de madera o de plástico) y aumentaron la potencia de sus explosivos.
Las fuerzas de la OTAN llevan semanas inmersas en una ofensiva en Kandahar, bastión insurgente, que se prevé culmine en verano y donde se espera una feroz resistencia.
En respuesta a esa ofensiva, los talibán anunciaron a mediados de mayo el lanzamiento de una serie de operaciones de yihad (guerra santa) contra «los invasores estadounidenses», las fuerzas de la OTAN, «los espías que se hacen pasar por diplomáticos extranjeros», «los sirvientes de la Administración Karzai», las empresas privadas de seguridad, las compañías extranjeras de construcción y «todos los apoyos de los invasores extranjeros».
En paralelo, el presidente Hamid Karzai, comprometido con una política de mano tendida a los talibán moderados, organizó la semana pasada una jirga que reunió a representantes de las tribus y de la sociedad civil.
La asamblea tribal elaboró una serie de propuestas destinadas a poner fin a la guerra. Pero la legitimidad del evento fue rechazada por los talibán, que no fueron invitados.
«Los talibán no estaban contentos con las conversaciones de la jirga porque no se trataron la retirada de las tropas (extranjeras) y las enmiendas a la Constitución» para instaurar la sharia (ley islámica), señaló Waheed Mujda, ex responsable afgano durante el régimen de los talibán y ahora analista político.
«Intensifican sus operaciones porque quieren ser fuertes y llegar en una mejor posición», incluso antes de eventuales negociaciones de paz, subrayó Mujda.
Según el balance de AFP en base a las cifras de la web independiente «icasualties.org», 247 soldados de las fuerzas internacionales han muerto en Afganistán desde el 1 de enero de 2010, casi dos tercios de los cuales (154) son estadounidenses.