Dejando al margen las habituales y abismales diferencias entre los datos ofrecidos por las administraciones y las centrales sindicales sobre incidencia, ayer quedó de manifiesto que la huelga convocada por CCOO, UGT y CSIF en el sector público tuvo una limitada repercusión en el conjunto de Hego Euskal Herria. Pese a que el modelo sindical que estas centrales proponen a los trabajadores es diametralmente opuesto al que defiende y desarrolla la mayoría sindical vasca, no se puede evitar una comparación entre la movilización de ayer y la convocada por ELA, LAB, ESK y STEE-EILAS el pasado 25 de mayo con el apoyo de HIRU y EHNE. Y aunque en esa confrontación queda al descubierto que estos últimos han demostrado un mayor poder de convocatoria y movilización, no lo es menos que la sensación general es que ni en un caso ni en el otro se puede hablar de éxito contundente.

Con todo, y sin soslayar las antes mencionadas diferencias entre las estrategias de unos y otros, lo cierto es que la crítica tesitura a la que se enfrenta la clase trabajadora ante el ataque frontal que sufre por parte de la patronal y los estados convierte la división y duplicidad de convocatorias en incomprensible a los ojos de quienes sufren en sus propias carnes la merma en el poder adquisitivo y los derechos laborales, para pagar una crisis que no han provocado.