CRíTICA cine

«Desde París con amor»

Koldo LANDALUZE

Quien fuera conocido como el ‘Spielberg Galo’, Luc Besson, parece decidido ha seguir cumpliendo con su máxima de no colocarse más detrás de una cámara y centrarse únicamente en las labores de producción. Dicha apuesta se ha traducido en una serie de franquicias muy rentables económicamente en las que, a pesar de que Lesson delega las labores de realización en cineastas obedientes y próximos a su discurso, deja impresas en estas cintas sus señas de identidad. “Desde París con amor” no es una excepción a esta regla ya que incide en las constantes de películas como “Taxi Express” o “Transporter”: adrenalina, pirotecnia, carreras frenéticas y chispazos de humor.

Besson, además, sigue ejerciendo su labor de padrino y ha vuelto a solicitar la colaboración del cineasta Pierre Morel cuya anterior realización, “Venganza”, logró cierto renombre. Alejada completamente de las vertientes dramáticas que se esbozaban en la mencionada “Venganza”, el filme que hoy nos ocupa no es más que un guiñolesco carrusel de balas que en momento alguno engaña al espectador ya que, desde su inicio, deja bien a las claras cuales son sus intenciones. Sustentado en una trama que coquetea en todo momento con lo improbable, este thriller de diseño enmarcado en París, se ampara en la fórmula recurrente de las buddy movies para narrar el accidentado caso de espionaje que comparten un joven funcionario de la CIA que suspira por convertirse en agente secreto y un veterano de la Compañía que deberá ejercer labores de mentor. Jonathan Rhys Meyers y John Travolta interpretan estos roles, cuyas personalidades antagónicas inspiran toda una serie de chistes, incluido un guiño autoparódico de Travolta hacia aquel filme que lo rescató del olvido, “Pulp Fiction”. Poco más cabe reseñar de un filme sin excesivas pretensiones, rodado con corrección técnica y que ha sido creado para hacer pasar un buen rato a los amantes del cine de acción convencional que rehuyen de estilos como el de Paul Greengrass.