Barack Obama busca un culo en la petrolera BP para patearlo. La fuga de crudo en el golfo de México le está amargando la existencia, la imagen, las playas, y por ello nos hemos enterado día a día de los intentos para acabar con el desastre. En cambio, en el delta del río Níger se está vertiendo petróleo desde años en cantidades mayores que el anterior, en una explotación de Shell, y nadie mueve un dedo, ni busca un culo para patear. Aquello es África, el que se arruine a miles de pobres pescadores, agricultores no importa a nadie, mientras siga proporcionando el cuarenta por ciento del crudo a USA. Los efectos colaterales no tienen mucha importancia y sobre todo a tantos kilómetros de distancia.

Hemos visto en un espacio informativo un vídeo que se puede encontrar en YouTube que parodia una reunión del equipo directivo de BP, y en un momento se vierte sobre la inmaculada mesa de reuniones una taza de café. A partir de ese momento empieza una martingala de acciones absurdas, alucinantes, descabelladas que tiene parangón con algunos de los inventos del TBO que han realizado a esas profundidades oceánicas, y aunque la fuga es una tragedia, está muy bien poder hacerse unas risas para entender cómo esos señores tan importantes no tienen ni idea para resolver lo que parece más sencillo utilizando el sentido común. De todo este atentado ecológico, lo que me tiene más perplejo es que BP asegure que pagará todos los gastos de la juerga, es decir miles de millones de dólares. ¿De verdad tienen para tanto? No sé si caerá algún culo pateado, pero alguien puede padecer algún accidente cardiovascular. O que lo parezca.

Robert Redford, asustado por todo cuanto sucede por culpa del uso de este combustible fósil, los problemas ecológicos que provoca, las guerras, ha lanzado una campaña, una web, un movimiento para denunciar todos los accidentes existentes, tanto los televisados como los ocultados, y proponer un debate mundial sobre las energías alternativas y ver si se acaba con el patrón petróleo. Este movimiento suena más creíble que lo del golfo aquel que tanto admiraba Garzón, Al Gore, y sus espectáculos mediáticos tan bien pagados.