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Raimundo Fitero

Flamencos

En Bélgica acaba de producirse un acontecimiento democrático y han ganado las elecciones los partidos independentistas flamencos y no ha subido el precio del chocolate, ni de los mejillones, ni siquiera el de los huevos a la flamenca. Se quiere decir que en las urnas, a base de constancia, y en el centro mismo de la Europa acomodada, un reino se va a convertir en un Estado confederal, o en dos países, o la fórmula que libremente decidan, sin interferencias y como paso previo a otras situaciones políticas. Es una gran lección. Es un espejo, es una circunstancia que se anunciaba y que se ha conseguido.

El católico Balduino se queda con la corona empeñada, teniendo que aceptar lo que se ha decidido en la votación y buscando un lugar donde veranear. Un error histórico se va a reparar, y allí existía conflicto, hubo violencia, enfrentamientos, ahora se pondrá cada cuál en su lugar y deberán de ir acomodando la realidad administrativa, a la decisión política, y aunque la prensa en general y algunas televisiones en particular hablan de seísmo y presentan estos resultados electorales poco menos que como una catástrofe, lo cierto es que se ha demostrado que los status quo son variables, siempre que se dejen operar todas las posibilidades políticas sin leyes que coarten, censuren y modifiquen de manera poco democrática el mapa electoral.

Las primeras reacciones han sido de sorpresa, de mostrar miedos, se supone por los efectos contagio o emulación, pero todo se irá asimilando y lo que parece obvio es que se ha marcado un camino, insisto, en la vieja Europa, en la tierra donde el Duque de Alba dejó muchas picas, y el trabajo político ha dado su frutos, se ha logrado plasmar una realidad política, cultural, y a lo mejor dentro de poco Bélgica no será nada más que una marca, y existan dos naciones, dos países, dos estados, y seguirá existiendo la historia y el futuro. Estaremos atentos, seremos todavía más flamencos que nunca, y aunque no cantemos tarantos, ni vestiremos sombrero cordobés, escucharemos los ecos de este resultado electoral histórico que abre tantas esperanzas y acaba con tantos cerriles tópicos sobre la inmovilidad europea.

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